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Del viejo oeste al siglo XXI

Esto ya valió diría el clásico. Y no de ahora sino desde hace varios años quizás décadas.

Cada vez es más frecuente, viajando por carretera, ver enormes tráileres que son seguidos muy de cerca y a la misma velocidad por un carro que puede ser una patrulla de policía auxiliar, de seguridad privada o simplemente automóviles que parecen de civiles.

Van cuidando al tráiler y su mercancía.

Símbolo inequívoco de la forma en que se han incrementado los asaltos a tráileres y camiones de carga en las carreteras, y no sólo en la federales o vecinales sino también en las mismísimas autopistas.

La escena nos recuerda aquellas películas del viejo oeste en que la diligencia tirada por caballos para poder viajar de un poblado a otro tenía que ser escoltada por uno o dos pistoleros a sueldo para tratar de inhibir a la enorme cantidad de bandidos que merodeaban los caminos y que veían presa fácil a esa diligencia que transportaban correo y dinero.

Las carreteras en México se han convertido en territorio bandido ante la complacencia de las autoridades.

Si ya era en México un sin sentido que proliferaran las empresas de seguridad privada por la inoperancia de las policías esto de tener que escoltar camiones ya raya en lo increíble.

Nunca se nos olvida que la razón de ser del Estado es la seguridad de sus habitantes.

Si en algún momento de la historia como seres humanos decidimos agruparnos y ponernos bajo la tutela de alguien fue para que nos protegieran.

Y eso está fallando en México desde hace mucho tiempo y ha hecho crisis en los últimos años.

Con un mínimo de inteligencia y organización grupos de criminales saben que es muy difícil que les caigan y los encierren.

Con tantas idas y venidas en las políticas de seguridad local y nacional existe tal desorden que los que ganan son los delincuentes.

Recuerdo no hace mucho la entrevista que hicimos a una malandro que nos decía:

Se necesita ser muy pen… para que en México te atrapen.    

Los delincuentes se mueven a sus anchas como nunca.

Lo que vimos el domingo de la ejecución en un velorio de 17 personas es apenas una probadita de lo que seguramente ocurre en la mayoría de poblados de nuestro país donde las autoridades ni pueden ni quieren acercarse.

Los delincuentes van, vienen y hacen sin oposición alguna.

Hace tiempo que se desvaneció la esperanza de que las cosas mejoren.

Las estrategias han ido de la guerra feroz contra al crimen a los abrazos y no balazos y la delincuencia sigue y sigue.

No hay un sólo avance en el combate a la delincuencia.

Estamos perdiendo la batalla y la guerra.

Y claro, mientras continúan los discursos, las declaraciones, las explicaciones,  la población sigue a merced de la delincuencia.

Y ya es tal el avance y descomposición de la justicia en México que difícilmente se ve por dónde se podrá revertir y cambiar las cosas.

En un país dominado por los bandidos tendremos que seguir recurriendo como ciudadanos a las técnicas del viejo oeste. 

platapi@hotmail.com

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