Ideas

Del panorama político global

El fin de las ideologías, anunciado hace décadas, ha evolucionado en una polarización política cada vez más acentuada. La tecnología ha multiplicado la difusión de ideas, generando una lucha constante por atraer la atención de las audiencias con mensajes simplificados, imposición de verdades consensuadas y llamados a la acción social y política.

Dos polos mantienen la tensión a nivel global: la perspectiva progresista, que busca ampliar los alcances del estado de bienestar, y la propuesta conservadora, que aboga por un estado mínimo y el nacionalismo.

Ambos bandos operan principalmente dentro de los estados democráticos, conformando movimientos nacionales que logran mayor o menor respaldo según la agenda de cada sociedad. Poco a poco, se configuran bloques ideológicos: líderes como Vladimir Putin en Rusia, Recep Tayyip Erdogan en Turquía, Viktor Orbán en Hungría, Marine Le Pen en Francia, Donald Trump en Estados Unidos, Giorgia Meloni en Italia, Benjamin Netanyahu en Israel y Santiago Abascal en España comparten un denominador común: la simplificación de ideas y la promoción de teorías como la del reemplazo en la migración, el rescate de la moral familiar en la educación, la defensa del uso de la fuerza militar y la oposición a los mecanismos multilaterales internacionales. Además, no se puede ignorar su apoyo a teorías de conspiración sobre el “estado profundo”, la convicción antivacunas, la negación del cambio climático y otras posturas incendiarias.

En contraste, los movimientos comprometidos con la igualdad incluyen una amplia variedad de propuestas de la izquierda liberal. Gobiernos como el de Joe Biden en Estados Unidos, los progresistas en el Reino Unido con el flamante Keir Starmer, quien derrotó estrepitosamente a los Tories, Pedro Sánchez en España, Emmanuel Macron en Francia, Olaf Scholz en Alemania, Justin Trudeau en Canadá, los Gobiernos de naciones nórdicas e incluso Fumio Kishida en Japón, aunque conservador, sostienen principios liberales.

En América Latina, los Gobiernos progresistas dominan el panorama en México, Brasil, Chile y Colombia, entre otros, mientras que los conservadores predominan en Argentina, Perú, Ecuador y El Salvador.

Esta conformación de bloques ideológicos se consolida e impulsa a ambos bandos a evitar intentos desestabilizadores, lo que conduce a una mayor concentración de poder. El riesgo radica en que esto se convierta en una amenaza a la democracia tal como la conocemos, con acciones dirigidas a la imposición de principios antiliberales que contravienen la estructura esencial de los estados constitucionales y el orden mundial basado en acuerdos multilaterales.

Un ejemplo reciente en Estados Unidos es la iniciativa conservadora llamada Proyecto 25, que propone lineamientos para un supuesto Gobierno republicano tras las elecciones de noviembre. Sus planteamientos son explícitos y amenazantes para una democracia basada en la inclusión y la tolerancia. Incluso Donald Trump se distanció de este documento, a pesar de que fue respaldado por una fundación que lo apoya decididamente y que incluye a muchas personalidades de su administración.

Otra muestra de la tensión ideológica es la ex comunión del arzobispo Carlo Maria Viganò, uno de los miembros más conservadores de la Iglesia católica, quien descalificó al Papa Francisco. Este evento destaca la amenaza de una verdadera opción conservadora que podría crecer dentro de la Iglesia, en contraste con la línea liberal e inclusiva promovida por el Pontífice.

Mientras esta reconfiguración tiene lugar en Occidente, el Gobierno chino expande su influencia sin comprometerse en otra disputa que no sea la de la hegemonía tecnológica y el fortalecimiento militar. Paralelamente, las naciones del mundo árabe consolidan formas de gobierno compatibles con la religión musulmana y la resistencia a Israel.

La posición de México frente a esta conformación es clara. A pesar de algunos coqueteos con el gobierno ruso, enmarcados más en la búsqueda de equilibrios pragmáticos que en la ideología conservadora de Putin, México mantiene una postura alineada con el pensamiento progresista. Con esta perspectiva, la elección de noviembre en Estados Unidos cobra una importancia crucial.

Un hilo común en la disputa ideológica es la economía. Ambas posiciones buscan soluciones que beneficien a sus comunidades. Para México, la clave está en fortalecer la economía como la forma más eficaz de reducir la desigualdad y fortalecer nuestra capacidad de negociación en el ámbito internacional. La economía es el campo de batalla donde se decidirá el futuro de nuestras sociedades, y es imperativo que abordemos este desafío con claridad y determinación.

luisernestosalomon@gmail.com

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