Del haiga sido como haiga sido al síndrome de no era penal
Las mismas instituciones que le dieron la presidencia a Felipe Calderón en 2006, el INE (entonces IFE) y el Tribunal Electoral, ahora le dieron palo a la creación de su nuevo partido. En aquella ocasión ganó por menos de medio punto porcentual; ahora no logró hacer su partido por no comprobar el origen de poco más de cinco por ciento de los recursos usados para las asambleas. En aquella ocasión, el candidato panista exigía a López Obrador aceptar los resultados y que le reconociera su triunfo “haiga sido como haiga sido”; ahora, el ex presidente acusa a las instituciones de ser manipuladas por un régimen autoritario, por el simple hecho de que no le dieron la razón.
¿Creemos o no creemos en las instituciones? Los mexicanos tenemos una extraña, por no decir perversa, relación con la autoridad a la que solo respetamos y reconocemos cuando está de nuestro lado, un comportamiento que podemos sintetizar en el síndrome de “no era penal”. Hay, sin duda, extrañamientos y cuestionamientos válidos a la autoridad, no tanto porque hayan negado el registro a México Libre, sino por la forma en la que otros lo obtuvieron. Tenemos que pedir cuentas a las autoridades sobre sus argumentos, pero respetar la decisión del árbitro es la primera y más importante regla del cualquier juego y, por supuesto, de la democracia.
El verdadero demócrata no es el que celebra al árbitro en la victoria, sino el que lo reconoce en la derrota y eso: demócratas, es lo que le urge a este país.
Todas las instituciones son perfectibles y todas están y han estado presionadas por los poderes instituidos y fácticos. Ni son puras ni coexisten en un ambiente inocuo; son parte de los vaivenes del poder. De ahí la importancia de que éstas estén diseñadas para que su renovación esté, en la medida de lo posible, desfasada y fuera de la esfera de control de los periodos del Poder Ejecutivo en turno.
El verdadero demócrata no es el que celebra al árbitro en la victoria, sino el que lo reconoce en la derrota y eso: demócratas, es lo que le urge a este país. Decir que las instituciones están capturadas por un presidente autoritario, como lo hace ahora Calderón, lejos de contribuir a la construcción de instituciones y a la confianza en el sistema electoral de cara al 2021 sólo enrarece el ambiente. Viniendo de un ex presidente de la República, estas declaraciones siembran dudas sobre el de por sí débil andamiaje democrático (enviar a los ex presidentes al retiro era, sin duda, una de las más sabias reglas no escitas del sistema del partidazo).
Los de México Libre lo intentaron, suponemos que lo hicieron con buena fe, y no lo lograron. Lo que toca ahora es que decidan cómo y con quien van a participar en el próximo proceso electoral. Lo peor que pueden hacer por ellos mismos y por el país es quedarse atorados en el “No era penal”.
diego.petersen@informador.com.mx