De nacionalismos a nacionalismos
En la pasada FIL, con su invitado madrileño, se desbordó un “españolismo” que fue mucho más allá de lo que la propia alcaldesa de dicha ciudad capital hubiera deseado.
Ella es una mujer con conciencia y respeto social con una vasta experiencia de lucha en contra, precisamente de ese españolismo de señoritos, señores semifeudales, condesas y duquesas y, sobre todo, de una cauda de neofranquistas que incluso se han adueñado del gobierno español. Simbólicamente son definidos como “el palco del Real Madrid”, el club emblemático de la dictadura de Franco, llamado por ellos mismos como “caudillo de España por la Gracia de Dios”.
Son quienes se enriquecieron enarbolando a la falange española (el fascismo peninsular) y el nacionalcatolicismo (con sus “guerrilleros de Cristo Rey”).
No podía ser de otro modo: la jerarquía eclesiástica española estuvo abiertamente al servicio de las prevaricaciones y los asesinatos de la dictadura que hizo de España “la reserva moral de Europa”, pues un casto cinturón de censura la mantuvo al margen de las perniciosas ideas de democracia y libertad europeas.
Por algo sería que el dichoso “Caudillo” sobrevivió tantos años y murió tranquilamente en su cama sin pagar sus múltiples culpas.
Dado este ambiente, cobra más valor un personaje como la señora Carmena Castrillo, obligada a convivir con el tal Rajoy y, peor aún, con detestables personajes que se dicen socialistas, cuando en realidad son nacionalsocialistas, como Felipe González o el tal Pérez Rubalcaba, además de franquistas declarados y con sólido pedigree como la canina vicepresidente Sáenz Santamaría.
Con la cobertura de la respetable alcaldesa matritense, pues, se colaron en la FIL otros personajes tales como Fernando Savater o Rosa Montero, con otros escritores corporativos del franquismo, que se hartaron de predicar en contra de los nacionalismos. Sí, ellos, que son porristas del anacrónico nacionalismo español, protector de grandes capitales y básicamente absolutista, arremetieron contra el legítimo secesionismo catalán y el vasco acusándolo de antidemocrático y antieuropeo.
Debieron morderse la lengua, pues con la mayor claridad, constancia y persistencia, los catalanes defienden su identidad con argumentos muy sólidos, una vocación europeísta, un gran respeto a sus minorías y un cabal sentido democrático, al cual el gobierno actual de España reprime con la fuerza de leyes que se van haciendo a su modo y con la de las armas.
Hace ya dos meses que Cataluña padece un verdadero ejército de ocupación disfrazado de policía, en lo que un poder judicial abyecto y lambiscón servidor del presidente del gobierno, va emitiendo leyes en su contra.
Fue lamentable que nuestra FIL haya servido de campo de propaganda neofascista y la alcaldesa de Madrid haya sido utilizada como paraguas. Lo bueno es que hubo mucho más.