Ideas

De las encuestas y otros irremediables horrores

Hace muchos años, no recuerdo cuántos, pero, como ahora, era tiempo de campañas electorales; yo era devoto cliente de un noticiero que dirigían los periodistas Carlos Marín y Ciro Gómez Leyva, no recuerdo en qué canal se transmitía. En el noticiero opinaban de cómo veían la cuestión electoral y se fundaban en una encuesta que presentaban diario o casi diario, y yo, público sometido voluntariamente a su dirección y opiniones en materia electoral, llegué incluso a tomar notas que aún conservo acerca de lo que en aquella encuesta habían dicho; llegó el día de la elección y los resultados fueron radicalmente diferentes a la totalidad de encuestas presentadas por ellos: habían fallado y no solo fallado, sino fallado por mucho. A raíz de ese hecho dejé de ver regularmente algún noticiero como hábito y de creer en encuestas.

Ahora bien, no pretendo que el Gobierno prohíba o regule nada, pero sí crear un sistema para que el público sepa qué clase de encuestadora es la que publica, porque supongo que algunas son más exactas que otras; sobre todo, son tantas encuestas las que se hacen, que alguna le ha de atinar, a pesar de que dicen casi siempre que son una foto de momento y no una predicción, pero es claro que si no son predicciones, se necesita ser un sabio para distinguirlas. Por lo que yo propongo que cada fin de año, las encuestadoras “serias” hagan una lista en la que digan, respecto de cada tema, cuál fue la más acertada y cuál la más desacertada, y al año siguiente, al emitir cualquier resultado, mencionen el número de orden de aciertos y desaciertos para que el lector sepa cómo andan, así como a los profesionistas se les piden registros específicos.

Por otro lado, ha iniciado la FIL, la primera con la ausencia del licenciado, al que extrañaremos y agradeceremos su talento al crear la feria que para muchos es el evento top del año; lo único que nunca me gustó de la feria fue que el licenciado, para conseguir mejores patrocinios, llevaba a la feria a una multitud de pubertos en su esplendor salvaje, a los que no les interesaba ningún libro y tan solo iban a hacer bola y obviamente estaban más interesados en las chicas que los acompañaban.

Reconozco que es difícil iniciar lectores; a uno de mis críos lo llevé una vez a la feria y no pareció chocarle, por lo que al siguiente año lo volví a invitar y él muy serio me contestó que se había prometido a sí mismo no volver a ir a la feria, lo que dicho a los ocho años suena como definitivo.

Si van a la feria, no dejen de comprar mi novela “El enano”, editada por Espina Dorsal, en primera reimpresión, en el stand C9 (área nacional, GDL edita); necesitamos que le vaya bien al editor, Gustavo Íñiguez, para que siga publicando obras tan hermosas.

@enrigue_zuloaga

Síguenos en

Temas

Sigue navegando