Ideas

De la mentada a la pendejeada

Paradojas de la política. 

Quién iba a decir que justo 12 años después, un mismo 23 de abril, se repetiría un episodio similar: un gobernante de Jalisco utilizando la agresión verbal para condenar a parte de la población por no acatar o estar de acuerdo con sus disposiciones.

La primera fue aquel 23 abril de 2008, cuando enojado por los cuestionamientos que distintos sectores le hacían por los donativos que desde el gobierno del estado hacía a la Iglesia católica para la construcción del aún inacabado Santuario de los Mártires, el tercer y último gobernador de la primera era panista en el Poder Ejecutivo estatal, Emilio González Márquez, en una cena llamada el “Banquete del Hambre”, tronaba contra sus opositores con un sonoro “chinguen a su madre” que rápidamente trascendió los muros de la Expo-Guadalajara donde se realizaba el evento.

Era la décimo cuarta edición de esa cena cuyo platillo principal era un plato de frijoles de la olla, y al que acudían la clase política, gubernamental y las élites sociales para con su pago recaudar donativos para el Banco de Alimentos que reparte comida a los más pobres. En la mesa principal estaban los directivos de esta organización laica ligada a la Iglesia, el entonces cardenal Juan Sandoval Íñiguez y el propio gobernador, quien al hacer uso de la voz antes de entregar un cheque por 15 millones de pesos del erario como aportación, le pidió disculpas al clérigo por el agresivo discurso que venía: “Yo tengo poco de gobernador pero a lo mejor ya se dieron cuenta que a mí lo que algunos poquitos dicen me vale madre, así de fácil, yo sé lo que se tiene que hacer en Jalisco….traigo aquí un piche papelito (el cheque por 15 millones)….y que digan lo que quieran, perdón señor cardenal, pero que chinguen a su madre”.

Aquel exabrupto costó muy caro para el PAN en las elecciones del año siguiente, cuando en el 2009 perdió muchas posiciones en las elecciones intermedias y tres años después tuvo que regresar el poder al PRI tras tres sexenios panistas.

Enrique Alfaro, entonces diputado local del PRD, cuestionado por la mentada de Emilio, dijo que “al frente del gobierno de Jalisco” estaba “una persona que no está en condiciones emocionales para llevar bien las cosas en nuestro estado”, por eso desconcertó a muchos que el ahora gobernador, justo el pasado 23 de abril, haya llamado “pendejos” a quienes no acataron el aislamiento obligatorio que decretó el domingo 19 de abril.

Esta desafortunada expresión, incluida en una reflexión personal difundida en sus redes en donde lamentó las cuatro muertes registradas ese día por el COVID-19 en Jalisco, no sólo eclipsó el buen paso que ha mantenido el gobierno estatal en el manejo de la pandemia del coronavirus, sino que hicieron que muchos le cuestionaran si no le conmovían por igual las víctimas de otros padecimientos (que aún son más), de las desapariciones y de las víctimas de la inseguridad. 

Un derrapón más por la sobre exposición con la que se ha querido reposicionar al gobernador para proyectos futuros con el tema de la contingencia sanitaria y que podría resultar contraproducente. 

jbarrera4r@gmail.com

 

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