De la esclavitud a la libertad
Algunos siglos atrás existió la esclavitud, en donde las personas se sometían a la voluntad del amo, quien incluso podía comprar y vender a sus esclavos.
Regularmente se poseían esclavos con el fin de ser explotados para realizar todo tipo de pesados trabajos o cumplir los caprichos del propietario.
El sueño de un esclavo era el de conseguir su libertad, aspiraba con quitarse el yugo de las cadenas que lo ataban a la voluntad de los demás, para algún día conquistar la posibilidad de hacer lo que le viniera en gana. Ser libre, era un anhelo, un privilegio, una conquista. No todos lo lograban.
Muchos nacían y morían en la esclavitud. Por eso es una gran fiesta celebrar el Pesaj Hebreo, que recuerda la liberación del pueblo judío de la esclavitud en Egipto. Los 40 años por el desierto en camino hacia la tierra prometida y convertirse así en una Nación libre.
Finalmente es un estado de consciencia, en la que somos capaces de aceptar, con humildad, la voluntad de Dios, que nos guía hacia una vida mejor. En la unidad familiar y la solidaridad social.
Saber apreciar la libertad es uno de los más grandes dones que posee el ser humano. El problema es que muchos esperan a un libertador que los venga a rescatar de la esclavitud en la que se encuentran, en vez de esforzarse y luchar por liberarse de ese yugo.
El peor drama de todos es que cuando ya naces libre, no sabes que hacer con tu libertad y fácilmente caes atrapado en una nueva esclavitud, sea tu trabajo, el consumismo, las adicciones y en fin múltiples ataduras que te impiden de nuevo ejercer plenamente tu libertad. Ahora eres esclavo de ti mismo, de tu ego, de tus necesidades, de tu afán por perseguir riqueza material y protagonismo.
Acabas siendo obeso, aburrido, rutinario, dependiente de los demás. E incapaz de liberarte de tu propio verdugo, que te tiene encadenado en la mazmorra de la incertidumbre, de la duda y del castigo de no saber qué quieres hacer con tu vida. Y seguir dependiendo de los demás. Y así volver a ser esclavo. Vives con miedo, agobiado, angustiado y atrapado en la prisión del vacío existencial.
Hoy volvemos a necesitar de un líder espiritual que nos ayude a salir de esa esclavitud y nos vuelva a dar la confianza de ser dueños de nuevo de nosotros mismos y de gozar de la bendita libertad y de saber qué hacer con ella. Eso lo decides tú.