¿Dato mata relato?
Practico la natación como deporte. Si cada mañana nado 2.5 km y un amigo nada solo 1.5 km, ¿puedo afirmar que soy mejor nadador que él?
Los más perspicaces responderán: depende.
Primero habría que saber en cuánto tiempo nadamos cada uno esa distancia, cuántos días a la semana y qué estilos (crol, dorso, pecho o la temida mariposa). Sólo después podríamos llegar a alguna conclusión preliminar.
Si la reflexión anterior suena tan lógica, ¿entonces por qué endiosamos a los datos?
Por qué aceptar sin remilgos que los delitos patrimoniales bajaron 50% como afirman el gobierno federal y estatal sin antes pensar en todas las subjetividades posibles detrás de esa cifra, igual que en el ejemplo de la natación.
¿Hay mejores o peores mecanismos de denuncia? ¿Cómo influye la confianza de las y los ciudadanos en la justicia? ¿Cuándo se archiva una denuncia y cuándo se contabiliza? ¿Qué periodo de tiempo se compara?
Los datos están lejos de ser neutrales. Todo debate estadístico es portador de los sesgos, prejuicios e inequidades de quien construyó los datos con que argumenta. Estos tienen siempre una orientación ética y política.
Para los datos aplica también aquella máxima de Juan Pablo que leí hace tiempo: “Hasta tal punto vence simplemente la colocación, sea de los ejércitos, sea de las frases”. El acomodo triunfal de los datos para beneficio político o económico es una práctica común.
Las tecnologías digitales han multiplicado la generación y el dominio “científico” de los datos. Ahora todo es medible: el consumo, la producción, la eficiencia y cualquier experiencia social compleja. El conocimiento en el capitalismo digital se construye a partir de datos y más datos.
Como respuesta hay quien habla de “datificación crítica” (sí, suena pedante). Consiste en la participación de expertos, periodistas, académicos y dateros independientes, que generen narrativas divergentes y analicen la forma en que nos presentan ciertos datos.
Un ejemplo sería abrir toda la información sobre las estadísticas de seguridad así como la metodología con la que se construyeron para que un panel de especialistas hagan sus propias interpretaciones. De otra manera, en un modelo cerrado y vertical, estamos ante un ejercicio de poder para imponer cierto conocimiento de la realidad.
La próxima vez que alguien diga que “los datos no mienten”, sólo recordemos que los datos también son una “opinión”, pero construida con números.
P.D. Yo nado 2.5 km en una hora. Mi amigo nada 1.5 km en media.