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Cuates, cuotas y cuentas pendientes

Parece que a los coordinadores de bancada del Congreso estatal les caló hondo la crítica de los integrantes del Comité de Participación Social (CPS) por el nombramiento de tres consejeros de la Judicatura.

Por eso los diputados sacaron toda la artillería en un punto de acuerdo legislativo panfletario que votarán hoy en sesión de pleno.

Los legisladores defienden la legalidad de sus designaciones y, aunque muchos creen que no tienen autoridad moral, se dieron valor para poner en tela de juicio los intereses que tendrían los integrantes del CPS para criticarlos.

Incluso para descalificar a dos de sus integrantes echaron mano de rumores que circulan en redes sociales sobre presunto acoso sexual. Aunque ya hace un mes que los legisladores nombraron a sus cuates y cuotas, no logran que el tema se enfríe y parece que sólo acumularon rencor que desfogaron en el acuerdo, cuya autoría fue atribuida al sheriff legislativo Salvador Caro.

El CPS se ha convertido en la piedra en el zapato en esta designación indefendible de los legisladores. Ojalá así sea de aquí en adelante en todos los procesos y no sólo cuando hay intereses del Grupo UdeG de por medio.

Otra cosa interesante será conocer hoy la postura del resto de diputados en el pleno: ¿se sumarán a la cacería de brujas o tendrán poquita vergüenza?

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Lo que informó Gerardo Octavio Solís Gómez, fiscal del Estado, sobre las fosas clandestinas halladas en Jalisco es para encender todas las alarmas.

En lo que va del año han exhumado más de 800 bolsas con restos humanos de distintas fosas clandestinas. La cifra de víctimas podría superar ya las 300, superior a los homicidios que se registran en un mes en el Estado. Además supera en casi un centenar los cuerpos exhumados el año pasado.

Solís Gómez también confirmó que de la fosa de El Mirador II, en Tlajomulco, se han sacado ya 104 cuerpos, por lo que es la fosa más grande en el Estado.

Lo que enfrentamos es un proceso de industrialización de la muerte en donde los criminales operan con total impunidad y la autoridad se convierte en una especie de “sepulturero” reducido a sacar, armar y contar cadáveres.

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