¿Cuánto pesa la ignorancia?
Pienso -de manera muy entusiasta- que la “Ceremonia de pesaje” celebrada en el Teatro Degollado indica varias cosas: el gobernador Alfaro sí sabe cuál es el escenario más importante del Estado, que no asista a eventos culturales, es otra cosa. Me queda claro que es increíblemente tolerante y no como lo pintan en los medios, porque a juzgar en el comportamiento de los asistentes al evento, a todos les dejó que usaran su teléfono, gritaran, chiflaran, mascaran chicle y se tomaran fotos en tan imponente recinto. Poco faltó que sacaran “las de litro” pero por fortuna, Alfaro sabe que no es el Estadio Akron y pues hay de lugares a lugares. Por otro lado pero con el mismo entusiasmo, es de reconocerse, que en su política cultural, lo importante es la inclusión de todos los sectores y el maridaje interdisciplinario del evento en cuestión no se quedó atrás: mariachi, payasos, oradores, ecologistas, fotógrafos, cineastas, promotores y hasta deportistas; es esta la verdadera formación artística.
Ahora bien, el gobernador como anfitrión que fue de tan magno evento, no tiene la culpa de no haber participado en una escuela de teatro, danza o música cuando niño o joven. Esto se nota a ojo de buen cubero en tanto que da para otra columna (o libro), pero hay un vacío de conocimiento básico, de reglas escritas y no escritas al pisar el escenario y el mandatario junto con sus invitados de honor, no las conocen: la primera y más básica de ellas es que los telones no se tocan. Después de ver entrar y salir, sobar y recargarse, a una cantidad de personajes que nunca entendí que vela tenían en tal entierro, algo me dice que el gober después de que le pasen el reporte de cómo quedó el terciopelo de nuestro templo, nos va a cambiar el telón de boca. En fin, siguen las buenas noticias para Cultura Jalisco. Sé bien que el gobernador y su equipo de trabajo más cercano no son los más adeptos a los eventos culturales de la comarca, a los deportivos sí y a los de entretenimiento también, pero, ¿sí sabrán que los protagonistas no entran por la parte delantera? ¿Conocerán la puerta por la que entran los artistas? ¿Son tan respetuosos con la palabra “artista” que por eso no quisieron pasar por ahí? ¿O yo soy la que me quedé atrás de la producción escénica y no entendí lo vanguardista de la puesta y el chiste era ser “posmo”?
Supe también por fuentes oficiales, que el gobernador disfrutó muchísimo la práctica del entrenamiento del Canelo. Ya siendo no entusiasta, sino soñadora, pienso en alguna conversación en la que el deportista y musa máxima de Alfaro, le insinuara, lo invitara, le sembrara la cosquillita de volver a un ensayo ahí mismo en el Teatro Degollado, a ver un ensayo de danza, a jugar malabares con sus protegidos los cirqueros, a tomar -qué sé yo- clases de actuación. A ver que los festivales de primavera en mayo que también su oficina de cultura promueve, a cuenta de no asistir, le siguen tomando el pelo a él y a todos los jaliscienses.
Fundamentalmente para no abusar de usted, querido lector, debo confesar que me siento en sintonía con el gobernador: ambos pensamos y sabemos que el escenario es el lugar perfecto para exponer la brutalidad, la humanidad y su vergüenza, la vileza, la hipocresía, las más bajas pasiones, en fin. Desgraciadamente, cuando las cosas no están hechas como es debido, el escenario solo muestra, por encima de todas estas horrendas partes que nos vuelven también humanos, la -al parecer- ni tan temida ignorancia.
No supe al final ni cuanto pesó El Canelo o su adversario al que no conozco, pero sé cuanto pesa la ignorancia de esta gestión al frente de cultura. Una más.