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¿Cuántas más?

Inconcebible. Leía la síntesis de cómo las instituciones del Estado y los colectivos feministas manifestaron su empatía el Día internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres el pasado 25 de noviembre cuando uno a uno comenzaron a relucir casos que me confirman que por más empatía institucional que se propongan, la realidad es peor de lo que parece.

Ese mismo 26 de noviembre leía cómo una mujer estilista acabó privada de su libertad durante un mes por un sujeto que solía ser su cliente y que sin más decidió que ella debía estar a su disposición como un objeto; sin embargo, algo aún peor despertó en la información local: una ola de feminicidios.

Esta semana, entre el 23 y 29 de noviembre, se identificaron al menos cuatro feminicidios en el Área Metropolitana de Guadalajara. Y no se pueden convertir en cifras vacías. Pareciera que sólo son un espacio en los noticiarios, en los periódicos o en las redes sociales, pero el hecho de un hallazgo significa un duelo que apenas comienza y una deuda de las autoridades.

Estos días dos mujeres fueron encontradas en la vía pública sin vida: una envuelta en una manta y la otra expuesta con ataduras en las manos y en el cuello. Fue de alto impacto identificar el cuerpo de una joven al interior del cuarto de baño de un motel, pero profundamente doloroso leer que una jovencita de apenas 21 años fue asesinada al interior de su domicilio, tenía cuatro semanas de gestación y junto a su cuerpo se encontraba su pequeña de tres años ahora huérfana. ¿Cuántos actos de violencia habrá vivido antes del feminicido? La comunidad fue quien realizó las denuncias. Cada una de ellas es una historia que no pudo continuar y los feminicidas siguen libres.

Es por ello que Jalisco se ubica en el tercer sitio de homicidios a mujeres: 210 registrados entre enero y septiembre de este año, de ellos sólo poco más de 50 se investigan como feminicidios. Tlaquepaque se posicionó como el tercer municipio más peligroso para las mujeres con una decena de ellos en 2021 y el año todavía no termina.

Esta última semana debió ser ejemplar para que las autoridades enciendan las alertas. La Fiscalía reconoce el incremento en feminicidios en el Estado, este año se identifican 55, es decir, 13 más que en todo 2020. Sin embargo la cifra es muy baja cuando se evidencian las huellas de violencia que deberían cambian la balanza de homicidios dolosos a feminicidios.

¿Cómo revertir esas cifras? Se habla de que se necesitan más policías en las calles. Sí, son necesarios para atender con prontitud a las llamadas de emergencia de la ciudadanía, pero la mayoría de los agresores y feminicidas no estaban en las calles, estaban bajo el mismo techo que sus víctimas y siguen en libertad.

En el último año las mujeres han ganado un espacio y atención en todos los niveles. Como mayoría en el Congreso del Estado, o la confirmación de confianza al elegir a una mujer como presidenta municipal en una elección extraordinaria. Se ha ganado terreno desde el diálogo y se ha bajado la intensidad en las marchas, bastan las manifestaciones pacíficas para evidenciar la opacidad en las investigaciones.

¿Cuántas más? ¿Cuántos feminicidios son suficientes para que las respuestas hagan saber que cada acto de violencia debe ser acompañando de una sentencia? ¿Acaso se requiere una Antimonumenta frente a cada institución de seguridad para recordar la deuda, así como las cruces rosas que le dieron una atroz identidad a Ciudad Juárez por sus desaparecidas?

Yo espero que no, pero también espero que las autoridades encuentren una estrategia para dar respuesta a esas más de 200 familias que merecen justicia.

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