Cuando dejarse meter un gol es mejor que anotarlo
El año de 1994 fue el año de Romario y Brasil ganando la Copa del Mundo en Estados Unidos, la debacle del Barcelona y su “Dream Team” en la Final de la Copa de Europa contra el AC Milan, los penales que dejaron fuera a México contra Bulgaria y esos cambios que Miguel Mejía Barón se guardó en el bolsillo, y los Tecos de la UAG eran el mejor equipo mexicano y ganaron su único título liguero de la historia. Pero también se jugó un Barbados Vs. Granada, el partido más surrealista y extraño de la historia, donde dejarse meter un gol resultó más redituable que hacerlo en el arco contrario.
En enero se celebró la Copa del Caribe, una competición de 21 Selecciones nacionales de la Concacaf para definir al mejor de la zona. Con dos rondas grupales que definían a los dos finalistas, las reglas de competencia eran las siguientes: ningún partido debía quedar en empate durante el tiempo regular, los tiempos extra se definían por gol de oro y, además, esa anotación valía doble o por dos goles. Esta última adición, que en apariencia sonaba atractiva, resultó ser una trampa.
La última jornada del Grupo 1 enfrentó a Barbados y Granada (Puerto Rico completaba el sector) en búsqueda de un boleto a la siguiente ronda. Granada tenía tres puntos, con una diferencia de goles de +1, mismas unidades que Puerto Rico, con una diferencia de goles de -1, y Barbados no tenía puntos, pero mantenía chances de clasificarse si ganaba a los granadinos por una diferencia de dos goles. Lo que pasó después resultó tan extraño que, al principio, se pensó que era una leyenda urbana.
A falta de siete minutos para terminar el juego, Barbados ganaba 2-1 a Granada, pero necesitaba una anotación más. Al ver que quedaba poco tiempo, de repente a los jugadores de Barbados se les “prendió el foco”: si se dejaban empatar, el partido iría a la prórroga y dispondrían de 30 minutos más para buscar el tanto de la clasificación (recordemos que, en tiempos extra, el gol valía doble). Y así lo hicieron, el defensor Terry Sealy disparó a su portería luego de un ridículo juego de pases con su guardameta.
Con el empate a dos, los futbolistas de Granada se dieron cuenta de la estratagema en la que habían caído, pero se percataron que ellos se clasificaban si marcaban un gol EN CUALQUIERA DE LAS DOS PORTERÍAS. Si anotaban en el arco de Barbados, calificaban al acumular seis puntos, y si se metían un autogol como lo acababan de hacer sus rivales, también avanzaban ya que su diferencia de goles era mejor que la de sus dos rivales de grupo. Entonces el juego se volvió una total confusión, pues los jugadores de Barbados se dedicaron a defender las dos porterías para preservar el empate, y los granadinos ya no tenían claro cuál era el arco que atacaban y cuál defendían.
Los 90 minutos terminaron con la igualada en el marcador. En los tiempos extra, Barbados normalizó su conducta, atacó de nuevo el arco rival y logró su cometido al anotar el gol de oro que les dio el triunfo de 4-2 y la clasificación. Al final del partido, el técnico de Granada, James Clarkson, estalló. “Me sentí engañado. La persona que decretó esas reglas debería entrar en un psiquiátrico. Un partido nunca debería jugarse con tantos jugadores corriendo confusos. Nuestros jugadores no sabían ni en qué dirección debían atacar: nuestra portería o su portería.
Nunca había visto nada semejante. En el fútbol se supone que debes marcar al rival, no para ellos”.