Crisis por desapariciones
La desaparición de personas, forzadas por agentes del gobierno o por particulares, es desde hace tiempo la cara más nefasta de la guerra que tenemos en México y junto con la violencia constituyen el principal problema social y político en Jalisco y en el país. Y sin embargo, es un tema que los poderes públicos evaden y atienden negligentemente, al tiempo que es despreciado o tratado incorrectamente por los medios masivos de comunicación.
El problema de las desapariciones se agrava por la apatía o falta de empatía con la que la mayoría de la sociedad trata a las personas tocadas por este drama. La falta de empatía ante las familias que tienen hijos ausentes de manera forzada impide que se desaten procesos de solidaridad más amplios y masivos como serían necesarios para enfrentar este grave problema.
Por el momento, lamentablemente, la mayoría de las familias que tienen desaparecidos se encuentran casi solas, con poca solidaridad de la sociedad y con una respuesta estatal que va de lo negligente a lo criminal.
No sólo eso. Enfrentamos ahora un aumento de desapariciones masivas, especialmente en el Sur del Estado que deberían no sólo conmovernos, sino movilizarnos para denunciar esta escalada.
El caso de los tres italianos desaparecidos en Tecalitlán desde el pasado 31 de enero ha cobrado más notoriedad porque los afectados son de otra nacionalidad y su gobierno y la prensa de ese país se han movilizado para denunciar los hechos. La desaparición de Raffaele Russo de 60 años; su hijo Antonio Russo, de 25 años, y su sobrino Vincenzo Cimmino, de 29 años, originarios de Nápoles, fue responsabilidad de al menos cuatro policías municipales, ya detenidos por el delito de desaparición forzada.
Un día después de la desaparición de los tres italianos en Tecalitlán, ocurrió otra desaparición masiva que lamentablemente no ha cobrado la misma relevancia que el caso de los extranjeros. El 1º de febrero se contactaron por última vez con sus familiares, cuatro comerciantes originarios de Veracruz, en Autlán, presuntamente también desaparecidos por policías municipales. Se trata de José Santos Meléndrez Pineda de 72 años; sus hijos José Ángel Meléndrez Luna de 37 años, Juan de 24 años, y el primo de ambos, José Juan Santos Meléndrez, de 44 años.
Lamentablemente no es el único veracruzano desaparecido en Autlán. Desde el 27 de diciembre del 2016 se encuentra desaparecido Manuel Amante Torres de 32 años y desde entonces su madre Beatriz Torres Zuleta sigue sin noticias de su hijo y exigiendo a las autoridades que den con su paradero.
A estos casos, se suma la desaparición de Ulises Adair Cardona Flores, desaparecido por elementos de la Marina el pasado 22 de febrero también en Tecalitlán, mismo poblado donde desaparecieron los italianos. Todo indica que las autoridades están concentrando esfuerzos en buscar a los desaparecidos extranjeros, sin poner los mismos recursos para buscar al resto de desaparecidos.
Estos casos reseñados ahora, hay que recordar, son apenas una muestra de los miles de desaparecidos que existen en Jalisco y en el país. Los casos siguen en aumento por negligencia o complicidad de las autoridades. Es necesario romper la apatía social que rodea a las familias que tienen desaparecidos a fin de detener este terrible fenómeno de la guerra en México.