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Conacyt a toda grilla intolerante

Primero fue el escándalo por el contrato millonario para instalar en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) un comedor gourmet con platillos orgánicos, que puso en el ojo del huracán a su titular, María Elena Álvarez-Buylla.

Pese a ese episodio que ponía en entredicho el discurso de austeridad republicana que pregona a diario el Presidente Andrés Manuel López Obrador, éste le dio todo su respaldo a la funcionaria federal.

Ahora el Conacyt vuelve a estar en el centro de la polémica por el arbitrario e injusto despido del doctor Antonio Lazcano Araujo, uno de los científicos mexicanos más destacados y reconocidos en el país y en el extranjero, de la Comisión Dictaminadora del Sistema Nacional de Investigadores.

El pretexto fue que no había asistido a varias de las reuniones plenarias de la Comisión del Área II del SNI sin haber justificado las faltas, por lo que se hacía acreedor a “perder su condición por dejar de asistir sin causa justificada a reuniones plenarias” de acuerdo al artículo 13 inciso d, que regula a estos cuerpos de científicos con base en los Lineamientos de Comisiones Dictaminadoras y Comisiones Transversales del SNI.

Este resolutivo se le hizo llegar vía correo electrónico y sin firma alguna, y en el comunicado oficial se habla de que en el nuevo gobierno en el Conacyt ya no habrá irregularidades que queden “impunes”.

Desde luego, Lazcano Araujo, también investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro del Colegio Nacional, rechaza las acusaciones y asegura tener la documentación necesaria para probar que sólo tiene dos faltas justificadas, una de ellas porque fue convocado en una fecha equivocada.

Lo cierto es que la lectura que dan muchos de la comunidad científica a la salida de Lazcano es la de una clara represalia de Mario de Leo-Winkler, director general del Sistema Nacional de Investigadores, a quien le había hecho algunas críticas por su trabajo, así como a las políticas de la titular del Conacyt.

A De Leo, Lazcano le habría recomendado renunciar, entre otras cosas, por ignorar y desechar contribuciones de la comunidad científica mexicana, mientras que a Álvarez-Buylla le reprochó en un editorial que las medidas tomadas en el Conacyt estaban provocando graves daños al sistema científico mexicano.

Más allá de que los miembros de las comisiones del SNI son electos por votación y no pueden ser destituidos por decreto, lo preocupante es este nuevo signo de intolerancia a la crítica y desprecio al conocimiento y a los expertos que han mostrado los funcionarios del gobierno de la autollamada cuarta transformación, empezando por el Presidente, tan proclive a desdeñar y debilitar a los organismos constitucionales autónomos que le signifiquen un contrapeso. El caso Lazcano es un claro ejemplo más de estas tentaciones autoritarias cometidas.

jbarrera4r@gmail.com

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