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¿Con qué lentes debemos ver las cifras de desempleo?

En materia de empleo, México tiene dos problemas: cantidad y calidad. No genera suficientes empleos y los que genera, en su mayoría, quedan a deber en nivel salarial o prestaciones.

Cantidad y calidad. Estos problemas llevan mucho tiempo entre nosotros. Tantos años que nos acostumbramos a leer con indiferencia datos que nos deberían escandalizar: 57% de los trabajadores mexicanos labora en la informalidad, esto es sin prestaciones. Uno de cada seis trabajadores mexicanos se encuentra en condiciones laborales críticas, gana menos de un salario mínimo o debe trabajar más de 40 horas a la semana, “porque no le alcanza”. La cereza del pastel es que tenemos un salario mínimo que es menor al de Guatemala y al de 90% de los países latinoamericanos.

Ahora estamos en medio de una polémica en torno a los datos de empleo de mayo. Son malos, cuantitativa y cualitativamente. Se generaron 3,983 empleos, comparados con 33 mil 966 del mismo mes del 2018. Es el peor mayo desde 2009, cuando se perdieron 111 mil 476 empleos. Los malos números en empleo llevan una racha de 10 meses, lo que implica que el problema trasciende al quinto mes del año en curso. Esto refleja poco dinamismo económico y, en particular, una falta de entusiasmo del sector privado para abrir puestos laborales.

El presidente desestima los datos y pide que se consideren los empleos generados por el Gobierno, a través de dos programas sociales, Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro. Esto nos lleva a un problema cualitativo: hay casi 700 mil empleos relacionados con estos programas públicos. ¿Por qué esto es un problema? Aquí y en China, es señal de debilidad económica que el Gobierno sea el principal generador de empleo.

El director del IMSS, Zoé Robledo, parece estar listo para acatar la instrucción del presidente y cambiar la forma en que se mide el empleo formal. Más vale que no lo haga. La medición actual es una de las estadísticas de referencia y nos sirve como un barómetro confiable  de la economía. Nos dice mucho del empuje o apatía del sector privado en el momento de invertir y generar empleos. Nos permite comparar los datos de ahora con lo que ocurría la década pasada o hace tres meses. Incorporar a la cuenta oficial, los empleos vinculados a programas sociales, podría echar a perder la serie de tiempo y hacer imposibles las comparaciones. Podría, además, distorsionar la información, para dar cabida a una narrativa a modo del presidente en turno. AMLO tiene una parte de razón y se podrían atender sus argumentos, sin estropear una estadística muy valiosa. ¿Por qué no crear una cuenta paralela donde se registren los empleos generados en los programas sociales?

Cantidad y calidad. La discusión sobre lo que está pasando en el mercado laboral mexicano debe tomar el pulso de la estadística mensual, pero también debe trascender la obsesión por el corto plazo. El reto es generar de manera sustentable más empleos y de mejor calidad: productivos y con prestaciones. En el sexenio de Peña Nieto se generaron cuatro millones 62 mil 643 empleos, cifra récord, pero no suficiente. México necesita 1.2 millones de empleos anuales para dar oportunidades a todos los jóvenes que cada año alcanzan la edad de trabajar, pero también necesitamos empleos para dar cabida a los que llevan años sin empleo y a los que pertenecen a grupos vulnerables, como discapacitados o migrantes. Generar empleos será cada vez más complicado y, además, ahí vienen los robots.

(lmgonzalez@eleconomista.com.mx)

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