Con enojos no se aprende
Luis tiene 16 años y desde que inició la pandemia, no ha ido a clases y todo ha sido en línea. Las clases le han parecido aburridas y sin mucho que aprender, y lo peor aún es que los maestros dejan ahora más tareas que antes. Y es que entre más tarea nos dejan, más nos inducen al estudio independiente. Pero bueno eso ya lo veremos: exclamó el joven.
Lo más incómodo de todo, es que ahora sus papás lo vigilan en todo lo que hace, y esa supervisión si ya le ha enfadado mucho. Porque sobre todo su mamá parece estar enojada con el todo el día, porque no cumple con sus responsabilidades.
Esta experiencia, que se repite en muchas familias, me ha permitido reflexionar que el enojo, en vez de ser un recurso para formar, resulta una muestra de la incapacidad de tolerar los errores y defectos de los hijos.
La tolerancia y el respeto, son unos valores mucho más elevados que el querer supervisar y controlar el comportamiento de los hijos. En realidad muestra inmadurez y falta de dominio en sí mismo, en vez de dar un buen ejemplo y testimonio.
Ahora muchos padres de familia son más conscientes y testigos de la manera de ser de sus hijos y la forma en que se comportan. Y por ello mismo, es indispensable tener más paciencia y dejar a un lado la desesperación de que no hagan lo que tienen que hacer. La confianza y el vínculo con ellos es más importante que el rendimiento académico. Este confinamiento escolar es una gran oportunidad de estrechar los lazos y el mutuo conocimiento. Vale la pena aprovecharlo y mostrar más conciencia e integridad en el dominio de las emociones. Y de esa manera dar un buen ejemplo de lo que se debe de hacer en momentos como los que estamos viviendo. Así que más tranquilidad y crear un ambiente más confortable y sano, para que aprendan desde casa y dejen de sentirse abrumados, perseguidos y regañados.