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¿Cómo va Notre Dame?

A cinco meses del incendio que a punto estuvo de acabar con la catedral de París y que destruyó la aguja y la techumbre, por abajo y por arriba, continúan sobre todo los trabajos de reforzamiento de la estructura. Desde la calle no se ve nada, porque el edificio está rodeado de andamios y la parte superior tiene una protección provisional. En los alrededores, los cerca de mil niños de cinco colegios todavía no vuelven a clases (deberían haber empezado la semana que termina), porque las autoridades consideran que hay que seguir haciendo análisis de detección de plomo.

Mientras tanto, continúa también el debate público acerca de cómo debe hacerse el trabajo de restauración. La voz cantante la llevan los clérigos a cargo de Notre Dame y los funcionarios del Ayuntamiento de París y de las direcciones de obras públicas y arquitectura. Monseñor Patrick Chauvet, rector y arcipreste de la Catedral, propone regresarla a su estado tal cual se hallaba antes del incendio. Coincide con el Vicealcalde de la ciudad a cargo de asuntos culturales, Cristophe Girard, en que hay que cumplir con el plazo de cinco años para las obras, fijado por el Presidente Macron y aprobado por la Asamblea legislativa el pasado mes de julio.    

El regidor Girard opina, igual que Monseñor Chauvet, que ya hay muchísimos proyectos arquitectónicos contemporáneos en todo el mundo, y que hay que dejar en paz a Notre Dame. Dice que el ático, el llamado “bosque” que sostenía el techo con gigantescas vigas de madera cruzadas, era una de las máximas representaciones del oficio y el genio de los operarios franceses. “El bosque” era una maravilla de la arquitectura medieval, construido con la madera de más de mil trescientos robles. El señor Girard estaría de acuerdo en que, una vez restaurado, sea abierto a los visitantes para que conozcan lo que sus ancestros eran capaces de hacer nueve siglos antes.

A su vez, Monseñor Chauvet dice que hay que no hay que permitir que el ego intervenga en el asunto; hay que hacerse pequeño y humilde ante un edificio de novecientos años; se debe respetar el trabajo de los constructores originales. Además, restaurar la catedral en toda su gloria representa también una oportunidad para revivir los antiguos, nobles y prácticos oficios de la construcción.

Así pues, clero y gobierno están de acuerdo en que se vuelva a utilizar madera para la renovación, y han recibido ofertas de apoyo de las industrias forestales de Francia. Sin embargo, algunos ambientalistas sugieren que se utilicen vigas de metal ligero.

Por lo pronto, la institución pública creada para encargarse de la recaudación de fondos para la restauración ya ha recibido alrededor del 13 por ciento de los recursos comprometidos, de donantes grandes y pequeños. Se ha contado ya con 110 millones de euros (de unos 850 prometidos). Monseñor Chauvet explicó que los grandes donadores prefieren espaciar sus aportaciones en sumas más pequeñas, para poder garantizar la adecuada supervisión del gasto.

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