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Como el pan caliente

Cualquiera diría que sí: que la oferta sobreabundante de conciertos en que se presentan grupos y cantantes ante públicos multitudinarios y entusiastas, es prueba fehaciente de que en pleno Siglo XXI se sigue haciendo música. Ya después habría que ponderar si las canciones exitosas de hace veinte o treinta años se siguen cantando, si sus intérpretes siguen vigentes, o si los discos que se vendieron por millones en las generaciones de los hoy padres o abuelos, se siguen escuchando en el presente.

El tema viene a cuento porque en el segundo programa de la inminente Tercera Temporada de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), a mediados del próximo mes de octubre en el Teatro Degollado, se han incluido varias obras de reciente creación (incluidas las Danzas Sinfónicas de “West Side Story”, de Leonard Bernstein) o incluso de estreno.

Algo similar ha ocurrido varias veces en el pasado: se convoca a concursos de composición, y los jurados escogen las obras que merecen saltar del silencio de la partitura al prodigio del sonido; cobrar vida, pues. O si no, se desempolvan partituras de compositores que han estado sepultadas por mucho tiempo en el olvido más absoluto, con la intención de que los públicos actuales las aplaudan, las acojan y las conviertan, idealmente, en obras de repertorio.

Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió con obras hoy consagradas como la Novena Sinfonía de Schubert, o la Sinfonía en Do de Bizet, descubiertas y/o estrenadas varios años después de la muerte -a temprana edad en ambos casos- de sus autores, la regla (casi ley, porque ninguna excepción significativa la confirma) ha sido que sus estrenos -o fallidos reestrenos- hayan sido, como luego se dice, “debut... y despedida”.

Quizá la conclusión del tema sea que la música actual, como otras expresiones artísticas, sea de naturaleza distinta a la de décadas o siglos pretéritos. Que así como libros que ayer fueron u hoy son éxitos de ventas -“best sellers”- a la vuelta de unos cuantos años no son cada, es probable que la fugacidad de la fama y lo pasajero del éxito sean los signos distintivos tanto de las composiciones musicales contemporánea como de sus intérpretes. Que las expresiones artísticas actuales, pues, sean como el pan caliente o el periódico del día: apreciados hoy... y relegados e incluso despreciados al día siguiente.

jagelias@gmail.com
 

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