Como el dinosaurio, ahora el elefante sigue ahí
Así como el escritor guatemalteco Augusto Monterroso perpetuó en su microrrelato… “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, la etapa del autoritarismo y la antidemocracia que en 1959 padecía México con el PRI (y eso que no sabía que lo sufriríamos 41 años más), por todos los años de fraudes electorales que cometieron para mantenerse en el poder, ahora podemos referir cómo el elefante que siempre estuvo en la sala y que todos sabían que estaba allí pero nadie quería hablar de él, sigue allí.
Sólo que a diferencia del cuento “El Dinosaurio” donde la bestia era el Partido Revolucionario Institucional que duró más de 70 años en el poder en México, el elefante de nuestros días bien puede representar el problema del crimen organizado y toda la crisis de violencia e inseguridad que ha provocado en el país. Un lastre que ha causado miles de muertes en los últimos 15 años y del que la clase política prefiere no hablar, especialmente en el pasado sexenio del priista Enrique Peña Nieto y más en el actual de Andrés Manuel López Obrador.
Como lo he referido aquí, nadie mejor que el entonces Nuncio apostólico en México, Franco Coppola, hizo evidente en abril de 2021, cómo la clase política volteaba a otro lado para no ver semejante animal en plena sala. Fue cuando luego de una visita a Apatzingán, Michoacán, aquel representante papal, conocedor de la historia de corrupción detrás de las mafias de su natal Italia, decía no entender cómo, pese al creciente control territorial del crimen organizado en México, las autoridades no hablaran de lo que era el mayor problema del país.
Ahora que el asesinato de los dos jesuitas y el guía de turistas a manos del narco en la Sierra Tarahumara ha sacudido conciencias ese “elefante” se ha visibilizado como nunca.
Como a la clase política y gubernamental, salvo muy contadas excepciones, no les gusta que el tema ocupe sus agendas y preferían omitirlo, ahora que se ven obligados a hacerlo están erráticos, faltos de empatía con las víctimas y muy irritables.
Sólo así se explica que a nivel nacional el Presidente juzgue como una campaña en su contra la insistencia del clero de revisar su estrategia de seguridad pública, les diga que están “empergollados a la oligarquía” y ayer de plano les haya llamado hipócritas por, según él, no haber levantado la voz por la violencia en el sexenio de Felipe Calderón.
A nivel local, lo mismo podemos decir por el frente que decidió abrir el gobernador Enrique Alfaro con la iglesia católica al desmentir al cardenal Francisco Robles de que en Jalisco hay retenes del narco, pese a que apenas el año pasado en Mazamitla, en una aduana ilegal así desarmaron e interrogaron a agentes de la Fiscalía estatal.
Lo cierto es que aunque los gobiernos insistan en negarlo, los efectos nocivos de las mafias son más que evidentes y lo padecen miles de familias.
Por eso el elefante, como en su momento el dinosaurio, urge que ya no siga ahí.
jbarrera4r@gmail.com