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Colegio Anáhuac, Andrea Flores y discapacidad

En este complejo mundo que habitamos y del que forma parte importante la colectividad de las personas con discapacidad, se presenta, con más frecuencia de la deseada, un fenómeno lamentablemente real que consiste en que gran parte de los ciudadanos permanecen ajenos a ellos, indiferentes. Sin embargo y para fortuna de su causa, aparecen de cuando en vez oportunidades vinculantes que se convierten en formidables plataformas que de ser aprovechadas facilitarían el despegue de la solidaridad hacia este vulnerable y abandonado colectivo.

Ejemplo de una de estas oportunidades ha sido la conferencia que se llevó a cabo el pasado lunes 23 de febrero en las instalaciones del Colegio Anáhuac Revolución a la que asistieron cerca de 700 alumnos preparatorianos organizados, diligente y puntualmente por el profesor Guillermo Saúl Beltrán García; conferencia que fue impartida por la Ingeniera Andrea Flores Ruiz, joven profesionista que nació y vive con parálisis cerebral, ese trastorno congénito que no tiene cura y que afecta los movimientos del cuerpo y la coordinación muscular.

Ha sido un encuentro entre dos realidades; por una parte, la de aquella mayoría que históricamente ha visto a las personas con algún tipo de discapacidad como una oposición a lo que supuestamente consideran “normal”, ese término subjetivo que de pronto nos autoriza a rechazarlos y segregarlos y por la otra, una persona admirable, una mujer que con el ejemplo de su vida demuestra que la discapacidad no es una metáfora y que a lo largo de su vida lucha cotidianamente para alcanzar metas que una vez logradas llenan las soledades de Dios. 

Este tipo de ejercicios que todas y cada una de las escuelas, públicas y privadas deberían llevar periódicamente a cabo ayudaría enormemente a corregir los erróneos supuestos que se tienen de estas personas, confusión causante de que, respecto al tema de la vida de las personas con discapacidad, solamente se cuente con una ya hay en ocasiones vana ilusión de comprometerse con la causa de las personas con discapacidad El Colegio Anáhuac Revolución ha sido un espléndido escenario en el que gracias a la tradicional inspiración salesiana hizo posible que cerca de 700 jóvenes tuvieran una idea más clara de las condiciones en las que viven y se superan cotidianamente miles de jóvenes que solo esperan generosidad y comprensión.

El Colegio Anáhuac Revolución se convirtió ese día, breve pero consistentemente, en un remanso de mutua solidaridad

Un evento como el aquí comentado puede convertirse, quizás practicándolo periódicamente, en tarea y compromiso de carácter humanitario que vetiza a la moderna proclividad hacia la cultura hedonista cada vez más arraigada y casi cotidianamente practicada por miles de jóvenes. Tomemos en cuenta que el encuentro entre Andrea y alumnos terminó por convertirse en un fructífero dialogo entre conferencista y asistentes, diálogo que no solo disipa dudas sino que impacta en la parle generosa que toda persona lleva consigo incita a su condición humana.

El Colegio Anáhuac Revolución se convirtió ese día, breve pero consistentemente, en un remanso de mutua solidaridad, conferencista y asistentes dieron pauta para reconocer que las omisiones de carácter altruista hacia las personas en situación vulnerable, una vez conferidas y transformadas en solidaridad conducen a la grandeza humana. Me parece oportuno citar a esa gran mujer americana que lucho por la igualdad de los derechos de los africanos, Lydia M. Child: “a todos y cada uno de nosotros el amor nos da la fuerza para operar milagros si así lo deseamos”.

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