Ciclovías y verificación de golpe
Eso de construir ciclovías y establecer programas de verificación vehicular tanto nacionales como locales son grandes ideas. Es fantástico imaginar esa ciudad del futuro en que la mayoría de las personas se puedan desplazar a todas sus actividades en bicicleta, y en que todos los automóviles estén verificados para tener una atmósfera limpia y calles y avenidas mucho más seguras.
Suena tan bien.
De hecho, pensando en ese futuro ya se implementó un programa de verificación a nivel nacional que obliga a todos los vehículos con más de cuatro años de antigüedad a ser revisados puntualmente para estar en condiciones óptimas mecánicamente hablando, un programa de verificación local en Jalisco con los más altos estándares que obliga a traer un auto con la mínima emisión de contaminantes, y ya hay una cantidad importante de avenidas y calles que cambiaron un carril de circulación vehicular por ciclovías.
Todo se ve bien.
Pero, el problema se llama hoy.
Quienes desde su escritorio planearon brillantemente ese gran futuro, tan políticamente correcto, no consideraron la realidad actual de la que hay que partir para llegar a esa maravillosa ciudad del futuro.
El nombre del juego se llamaría transición.
Hoy en día, al igual que ocurre con la economía en que la mayoría de las actividades son informales, una muy buena parte de los vehículos que circulan en el país son viejos y se mueven en condiciones muy precarias.
Es la herramienta de trabajo para miles de personas que difícilmente tienen otra opción.
En el tema de las verificaciones vehiculares, el propio presidente López la echó para atrás la nacional porque si bien sería lo óptimo contar con el total de los autos del país en inmejorables condiciones, es muy difícil que la mayoría de los que hoy existen cumplan con el requisito.
En el caso de la verificación en Jalisco ocurre algo similar; la mayoría de los autos no pasan la verificación.
Y en el tema de las ciclovías falta un buen tramo de tiempo para que podamos migrar de las actuales formas de transporte a ese mundo ideal de bicicletas y transporte público de primera.
A quienes planificaron y tomaron la decisión se le olvidó ese tramo entre la realidad actual, con una gran mayoría de autos en condiciones de sobrevivencia, y ese futuro ideal.
Ahora que ya está establecido el programa obligatorio de verificación y las ciclovías existen, y crean cuellos de botella, el reto es empatar ambas realidades.
Y no se ve por dónde.
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