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China… ‘nomás milando’

El pasado 4 de febrero en Beijing -capital de la República Popular de China- el presidente de ese país, Xi Jinping, recibió a su similar ruso, Vladimir Pitin. De esa reunión, previa a la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno en esa capital, surgió la declaración conjunta donde se reafirmaron las relaciones bilaterales -casi sin límites- y a la vez mostraron una rancia hostilidad hacia la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte, integrada por 30 países, donde se incluye Estados Unidos y el resto son europeos) y al AUKUS (acrónimo en inglés de los países que la integran, que es un pacto de seguridad para compartir tecnología avanzada de defensa y del que forman parte Australia, Reino Unidos y Estados Unidos).

El tema de la alianza ruso-china surge en la conversación de la política internacional de estos días, después de que el 24 de febrero estallara el conflicto de la invasion de Rusia a Ucrania, ya que en la disputa entre el invasor y el invadido -este defendido moralmente por Estados Unidos-, China ha mostrado una postura de neutralidad que pudiera preocupar.

A China -estratégicamente- se le ha mencionado -a petición  de Ucrania- como un posible mediador en el conflicto, para tratar de convencer a su mejor socio comercial de no continuar con sus objetivos de adhesión del territorio ucrniano, y de esa manera tratar de evitar que una escalada del conflicto -con los chinos de parte de Rusia-, pudieran poner de cabeza al mundo. La postura que hasta el momento ha asumido China es negándose a calificar de invasión lo que las tropas rusas hacen en territorio ucraniano, ni tampoco lo ha llamado una guerra armada, que ya se ha desatado.

El conflicto pudiera llegar a otros niveles si los chinos muestran un total e irrestricto apoyo a las intenciones de Putin, lo que desataría un problema de dimensiones no deseadas. Sin embargo, la neutralidad china apunta a que ven más beneficios mantenerse a distancia que tomar partido. Para China, si Rusia llegara a perder esta guerra que empezó -con la serie de sanciones y aislamiento de que es objeto- le convendría su debilidad y la ascendencia que pudiera tener sobre los rusos en las acciones que se tomarían ‘para tenderle la mano’ como su principal socio. Y posiblemente lo más importante para China, manteniéndose a distancia lo que sucede en Ucrania, pudiera verse a través de su lente analítico como un ‘observatorio’ a las maniobras que en un futuro cercano pudiera poner en práctica. Y es que hay que recordar la disputa que desde 1949 -con la guerra civil- la República Popular China sostiene con la independiente República China (Taiwán).

La comunidad internacional sabe y está consciente de las intenciones de China por adherir nuevamente a Taiwán -de hecho ayer mostró su desaprobación y molestia por el envío de ayuda humanitaria a Ucrania y sumarse a las sanciones contra Rusia-  que de intentarse sería una amenaza para convertirse en un enfrentamiento violento y con profundas implicaciones internacionales, como está sucediendo con el caso de Ucrania.

La calma y la neutralidad de China debe hacernos sentir un respiro, pero detrás de esa aparentemente imparcialidad -‘nomás milando’- posiblemente existan otras intenciones que -de concretarse-  pudieran llegar a colocar en el futuro a Xi Jinping como otro ‘criminal de guerra’, como el Senado norteamericano ya ha calificado a Vladimir Putin por su injustificada y sangrienta invasión a Ucrania. ¿Usted, qué opina?

daniel.rodriguez@dbhub.net

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