“Chema” y Verónica, por la manzana de la discordia
Que no se pierda el foco: si Claudia Delgadillo, Laura Haro o Pablo Lemus pretenden ganar la elección por la gubernatura de Jalisco, uno de los requisitos previos y obligatorios es que los candidatos de sus partidos o coaliciones ganen la presidencia municipal de Guadalajara.
Pregunta obligada: ¿Es posible ganar la elección por la gubernatura sin ganar también la presidencia municipal tapatía? La respuesta, obligada también, es afirmativa.
Pero es muy complicado. Poco probable. De hecho, no ha sucedido.
Efectivamente, después de elecciones intermedias ha acontecido que el gobernador de Jalisco ha surgido de un partido y el presidente municipal de Guadalajara vino de otro. Pero ojo: elecciones intermedias. Esto es que a la mitad del sexenio, el mandatario del Estado se ha visto obligado a convivir con un presidente municipal de otra fuerza política.
En las elecciones concurrentes, sin embargo, en las que los ciudadanos votan para determinar quién será gobernador (o gobernadora, como ocurre este año) y presidente municipal, ha acontecido que ambos surgen de la misma fuerza política.
De este modo, aunque parezca reiterativo pero es importante externarlo: Claudia Delgadillo necesita el triunfo de José María “Chema” Martínez. Y en consecuencia, Pablo Lemus requiere la victoria electoral de Verónica Delgadillo.
Cierto, Laura Haro sería empujada por un triunfo de Diana González en la capital jalisciense, aunque las posibilidades de ambas se ven reducidas en las preferencias electorales.
¿Qué ocurre en Guadalajara?
Para las elecciones de este año, en Guadalajara se ha perfilado una contienda con nombres y apellidos: Verónica Delgadillo, de Movimiento Ciudadanos, contra la opción que representa José María “Chema” Martínez.
Los perfiles públicos de los dos, son similares: ambos surgieron de la Guadalajara popular o del Oriente. Verónica creció en los barrios de Talpita y San Juan Bosco. “Chema” Martínez se educó, acosado por las carencias y la ausencia temprana de sus padres, en el barrio de San Felipe de Jesús. Para los tapatíos de cepa, estos antecedentes ya son significativos. “Chema” migró con el paso del tiempo a Miravalle, en donde confluyen Guadalajara y Tlaquepaque.
Ambos llegaron a la juventud, apoyados por las circunstancias y el esfuerzo personal, superando las limitaciones y se formaron en instituciones privadas.
Después, su incursión en la política los llevó por rumbos distintos: Acción Nacional y su ascenso en Jalisco, para “Chema” Martínez, y Movimiento Ciudadano y el alfarismo y su ascenso en Jalisco (es válida la redundancia en este caso), para Verónica Delgadillo.
Ambos han sido exitosos: alcanzaron relevancia como diputados y senadores. Conocen los juegos del poder y entienden perfectamente cuáles son las reglas políticas de los poderes fácticos.
Martínez, sin embargo, ha sorprendido por su capacidad de supervivencia. El PAN donde se formó ya no existe. De los tres sexenios en los que él se consolidó como parte del grupo gobernante, ya quedan sólo los recuerdos… y son lo más negativos.
Pero ambos están ahora en la posibilidad, llegados por rutas diferentes pero igualmente azarosas, de ofrecerse a los ciudadanos como posibles gobernantes de Guadalajara.
Sus prácticas políticas, sus contactos, sus ofertas, no podían ser tan disímbolas. Representan proyectos opuestos.
De Martínez se sabe que criticará y señalará; que ofrecerá el regreso a condiciones de vida de una ciudad que lo más probable, no regresará más.
De Delgadillo se ha conocido que pretende alargar el proyecto de Gobierno que comenzó con su líder político, Enrique Alfaro, pero estará condicionada por las particularidades que representa el actual momento político e histórico de Jalisco y el país.
Y efectivamente, del desempeño de los dos, depende en buena medida el triunfo de sus compañeros de proyecto que buscan la gubernatura del Estado.
Guadalajara es, en definitiva, la manzana de la discordia.