Cerro del Cuatro: alternativas
La vocación natural del Cerro del Cuatro, el principal espacio intraurbano libre en la mancha metropolitana, debe ser como espacio verde y abierto. Su emplazamiento y su topografía así lo demandan. Gran parte de la superficie del cerro ha sido ocupada históricamente por vivienda irregular, con las consecuentes y consuetudinarias dificultades para la introducción de servicios básicos.
El contexto circundante a la gran área libre es, precisamente la que más requiere de servicios ambientales, dado que la calidad del aire ahí registrada es la más deficiente en la zona metropolitana. Si se analiza el desarrollo de la ciudad, con su galopante crecimiento hacia el sur, que debe a toda costa ser contenido y ordenado, queda en evidencia el más que estratégico emplazamiento del cerro y la deseabilidad de instaurar en él usos ecológicos y recreativos.
Siguiendo esta lógica, el Ayuntamiento de San Pedro Tlaquepaque destinó en una pasada administración 52 hectáreas del cerro, situadas en su ladera oriente y no lejos de la cima, para realizar allí un parque público. Fue realizado un proyecto apropiado y se efectuaron algunas obras. Después se abrió un compás de espera.
Hace pocas semanas se dio a conocer que la actual administración municipal he cedido los terrenos a la Universidad de Guadalajara para la edificación de un plantel académico. La noticia ha causado no poco desconcierto entre las amplias capas de la población preocupadas por el medio ambiente y por muchos profesionales avocados al estudio del desarrollo territorial de la ciudad. Sin embargo la cesión del caso parece ser un hecho consumado.
Ante ello, cabe buscar alternativas para que, con los elementos del problema, se pueda encontrar un concepto de la intervención con fines educativos que constituya por sí misma la misma área de 52 hectáreas para servicios ambientales y aún recreativos para la población. La opción sería efectuar un proyecto universitario, paisajístico, botánico, cuya arquitectura sea del más alto nivel, con una huella lo más restringida posible sobre el suelo, y rodeada de espacios verdes, muy intensamente forestados, que logren hacer del conjunto un campus-parque en beneficio tanto de la comunidad académica como de la población abierta.
La otra vertiente de una solución como la que se plantea es la de la adecuada y eficaz gestión del área. Existen en muchas partes del mundo instituciones educativas, construidas sobre grandes predios, que logran muy bien funcionar como campus-parque. Aspectos como la seguridad y el mantenimiento pueden ser satisfactoriamente solucionados con las tecnologías y las medidas prácticas apropiadas. Es tiempo de instaurar los planteles universitarios como áreas abiertas y disfrutables para la ciudadanía. Y, correspondiendo con sus deberes sociales, como ámbitos intensamente vegetados para constituir, por sí mismos, parques en beneficio de la comunidad.