Censo digno de mayor empeño
No es novedad, aunque sí causa de preocupación el hecho de que nuestro país carezca de estadísticas, confiables y actualizadas, respecto al número de personas que viven con algún tipo de discapacidad, física y/o mental, sea de nacimiento sea adquirida. Cuando decimos confiables y actualizadas nos referimos a que no basta contar con un numero equis, sino además el tipo de discapacidad, su origen, género de la persona que la manifiesta, edad, los lugares geográficos donde habita la persona, los servicios de salud con que se cuenta, si recibe atención medica y/o de rehabilitación, si requiere medicamento y accede a él, condiciones económicas, sociales y culturales en las que se desenvuelve, características de la familia y algunos otros etcéteras más, información, toda, indispensable para su justa, merecida y obligada atención que hasta la fecha no se ha tenido contando con la cualidad de precisión y certeza.
Esta falta de información o información poco confiable, son factores altamente preocupantes ya que en primera instancia conduce a tomas de decisiones equivocadas, en el mejor de los casos, falsas en el peor de ellos, lo que fatalmente conduce al caos que a su vez da lugar a la injusticia hacia los grupos vulnerables de las personas con discapacidad. Pongamos algunos ejemplos: INEGI registró oficialmente en el censo del año 2000 a 2.3 millones de personas con discapacidad, recordemos que en ese año había 100 millones de habitantes en el país. Pasada una década, en el censo del 2010, como por arte de “las malas magias” el propio INEGI afirma que la población de personas con discapacidad sube a 5.7 millones, es decir un crecimiento en diez años del 100 por ciento, incremento que se obtuvo de quien sabe donde y atribuible a quien sabe que causa. Lo cierto es que ningún país puede generar este fenómeno de incremento de tal magnitud.
En busca de certezas se recurrió a la información que recoge la Organización Mundial de la Salud, OMS por sus siglas, información que con todo respeto hacia el INEGI es mucho más confiable puesto que se trabaja al margen de presiones políticas traducidas como obligaciones presupuéstales. Es abrumadora la diferencia ya que la OMS da por buena la cantidad de 16 millones de mexicanas y mexicanos con algún tipo de discapacidad, es decir México tiene un 13% de habitantes con necesidades de atención especializada. Para ratificar las cifras de la OMS, en 2014 la Organización de las Naciones Unidas, ONU por sus siglas, recomienda a todos los países que la integran contar con censos confiables a fin de establecer políticas de apoyo congruentes con dichos censos.
En días pasados se corrió el rumor —no se ha podido confirmar formalmente— que se habían asignado para este 2018 un apoyo de 300 pesos mensuales a las personas con algún tipo de discapacidad, 300 pesos mensuales, es decir 10 pesos diarios, es decir, ayuda convertida en ofensiva burla. Habrá que confirmar este rumor esperando que sea un error.
Por otra parte, la ciudadanía tiene, sin discusión, un compromiso con la causa, hay muchos admirables ejemplos de instituciones formadas con el objetivo de aliviar la pesada carga en la vida de las personas con discapacidad, desafortunadamente, en el sector social para efectos altruistas frecuentemente aparecen ráfagas de entusiasmo desgraciadamente seguidas por abúlico desinterés. Leí y releí unos versos del italo-mexicano Fabio Morabito, que tal vez sirvan como plagiado colofón de la presente colaboración: “santo el que inventó la guitarra/y Santo el que inventó la limosna (apoyo para la causa)/ pero más Santo el que inventó los besos (cercanía con la discapacidad)”.