¿Celos de los ingleses?
La sustitución de Theresa May por el conservador Boris Johnson como primer ministro del Reino Unido fue la noticia controversial del mes pasado. Algunos medios no han escatimado esfuerzos ni adjetivos para describirlo como un excéntrico, mal educado, políticamente incorrecto, irresponsable e incompetente. Lo cierto es que después del tortuoso proceso político que les ha tocado vivir a los ingleses para coordinar y acordar su salida de la Unión Europea, el exalcalde de Londres se perfiló como el hombre lo suficientemente loco para cumplir con el plazo (con o sin acuerdo, según sus palabras) el próximo 31 de octubre. Su elección podría leerse como una confirmación del voto Brexit. Según muchos que están en desacuerdo con el Brexit, todos los que votaron por él, son iguales a él. Dirán también que son xenófobos. Sea cierto o falso, el hecho es que son muchos.
La elección de Johnson, y en su momento la de Trump, son síntomas de una sociedad altamente polarizada y la afinidad popular con promesas de campaña concretas, un liderazgo menos dispuesto a conformarse con el establishment, sin temor al cambio y propensos a decir lo que piensan en público. La velocidad de los cambios en el mundo, provocados en parte por el desarrollo tecnológico, pero sobre todo por la transformación y mutación de paradigmas sociales y políticos, está provocando la exaltación de personajes que se muestran desafiantes. Los contextos cambian. Y vaya que están cambiando.
El experimento político de la candidatura de Trump en Estados Unidos también puede considerarse un estudio de caso para muchos exitoso. A final de cuentas muchas de las predicciones de lo que dijeron los “expertos” que sería su gobierno no se han materializado. Ejemplos: la bolsa de valores no se fue en picada, por el contrario, tuvo un crecimiento rompiendo récords en los índices Dow Jones, Standard & Poors y Nasdaq. Esto aún con las amenazas de acabar con el “libre comercio” y las recientes bajas. El desempleo en los Estados Unidos está históricamente en el nivel más bajo; el crecimiento económico se ha sostenido por encima del 2.5% y hasta el momento no se visibiliza una guerra nuclear con Corea del Norte. Muchos cuestionan la forma en que se maneja, sus tweets, su política migratoria o la guerra comercial con China y otros países, pero pocos cuestionan (en privado) la pertinencia de la búsqueda de un cambio del status quo anterior.
Podríamos decir que la elección de un candidato tan controversial como Boris Johnson en el Reino Unido es una lectura de una parte importante de los electores ingleses de una gestión positiva de Trump en Estados Unidos. Al final de cuentas, para muchos de ellos, un outsider y un disruptor es mejor que más de lo mismo.
Pareciera ser que el mundo se está dividiendo como segmentos de mercado, acentuando esas diferencias a través de las redes sociales y los medios de comunicación. Candidatos como Trump, Johnson, Bolsonaro y algunos argumentarían que, como López Obrador, son expresiones de un síntoma de división y disgusto, la búsqueda de un cambio y el rechazo al establishment político. Desgraciadamente el discurso de todos ellos está acentuando la polarización a niveles peligrosos. Según un estudio de los economistas Ethan Kaplan, Jörg Spenkuch y Rebecca Sullivan, EU está más polarizado hoy que en cualquier otro momento desde 1860. ¿Y los demás países? Así como en tecnología, el mundo está tras la búsqueda de nuevas fórmulas políticas. No habrá reversa.