Cassez, Vallarta, el montaje... y el juego de AMLO
A través de videoconferencia, antier comparecí en el caso que se sigue contra Israel Vallarta, acusado de secuestro, detenido en diciembre de 2005 junto con la ciudadana francesa Florence Cassez, en lo que a la postre las autoridades admitieron se trató de una recreación de los hechos.
Me fue muy bien. Pude dejar claro lo que he sostenido desde hace quince años: no me di cuenta que aquello era un montaje, eso fue un error periodístico que asumo. Pero hay una diferencia abismal con la historia que han querido construir. Niego tajantemente haber organizado, colaborado, solicitado o haber sido cómplice de una escenificación ajena a la realidad.
Israel Vallarta, acusado de secuestro y detenido en aquellos tiempos, fue quien me hizo las 44 preguntas durante 7 horas de comparecencia. Y en todo este tiempo no se presentó una sola prueba ni un solo testimonio directo diciendo que yo hubiera planeado o sabido del montaje.
Durante los años que trabajé en Televisa, hice aproximadamente 4 mil programas matutinos en televisión abierta, de tres horas cada uno, en vivo. Usted podrá imaginar que con ese nivel de exposición uno comete errores. El del caso Cassez fue el más grave. Lo he reconocido y no me cansaré de reconocerlo, y de ofrecer disculpas porque, en la vorágine informativa del momento, no me di cuenta del montaje. También es cierto que nadie en México se dio cuenta sino hasta febrero de 2006.
Por este error me han calumniado mucho, durante años. Pero este sexenio la calumnia ha escalado, y ya es el propio presidente de México el que cabalga en estos ataques para descalificarme. Cada que yo presento un reportaje bien documentado, contundente, el presidente y sus personeros reviven un error que cometí hace 15 años.
Hace unos días, el presidente incluso jugueteó con la idea de que yo terminara en la cárcel: que si no me hicieron nada con el montaje que según él me ordenó García Luna (lo dice sin ninguna evidencia, porque no existe), menos su gobierno me va a hacer algo tras la denuncia que puso en mi contra su hermano, Pío López Obrador, después de que exhibimos los videos en los que recibe dinero en efectivo mientras relata que es para la campaña de su hermano Andrés Manuel.
¿Cárcel? Peligroso jugueteo el del presidente. Comparecí en el caso de Israel Vallarta en calidad de testigo, no de indiciado. De hecho, la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación sobre el caso, que se tradujo en la liberación de Florence Cassez, deja muy claro que “no es la opinión pública o los medios de comunicación a los que se les debe imputar la escenificación ajena a la realidad… fueron los agentes y responsables de la Agencia Federal de Investigación quienes organizaron y prepararon un montaje”.
En efecto, fuimos varios medios de comunicación los que transmitimos la misma noticia ese día. Y de hecho, fue en Televisa donde dos meses después del operativo se descubrió que había sido un montaje, donde se denunció y donde yo inmediatamente después ofrecí una disculpa por no haberme dado cuenta y condené el hecho.
Siete años más tarde, cuando la Suprema Corte estaba por resolver el asunto, volví a ofrecer una disculpa pública en televisión porque ya me había percatado que no me tomaron en cuenta la primera y me seguían atacando, insistiendo en lo mismo.
Cuando ofrecí esa segunda disculpa en la televisión, dije que los jefes de las áreas de producción y contenidos no me alertaron de nada extraño. La entonces productora del programa emitió un comunicado explicando que ella no se había dado cuenta. El jefe de información, quien permaneció en el puesto varios años después del episodio Cassez y luego se volvió crítico de mi trabajo, ha aceptado públicamente que nunca me alertó de nada irregular y que él nunca dedujo que se tratara de una escenificación.
Súmele que el reportero que hacía el enlace, galardonado poco antes con el Premio Nacional de Periodismo, nunca relató estar viendo nada que le hiciera pensar que se trataba de un montaje. Es decir, las principales personas a quien yo escuchaba (reportero en el lugar de los hechos, productora en cabina y jefe de información) no me dijeron nada porque no se dieron cuenta, según han declarado públicamente.
En cambio, otra colaboradora que trabajaba en el noticiario a mi cargo, y quien después fue secretaria del Medio Ambiente en un gobierno municipal de Morena, ha presumido que durante la transmisión ella me advirtió por mensajes en varias ocasiones que había cosas raras. En las mismas entrevistas donde denuncia esto, termina admitiendo que yo no leí esos mensajes sino hasta más de una hora después, cuando el grueso de la información se había divulgado.
No quiero con esto eludir mi responsabilidad. Cometí un grave error al no darme cuenta. Y por ese error he ofrecido disculpas y no tengo empacho en ofrecerlas de nuevo. Sin embargo, rechazo tajantemente la acusación políticamente motivada, ahora alentada hasta por el presidente López Obrador, de que diseñé, colaboré, solicité o planeé un montaje.