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Carta a José Mujica

Don José: Le descubrí por allá del 2005 o 2006, en Youtube. En los inicios de dicha plataforma. Y no me cansé de recomendarle y mandarle correos a mis amigos con sus vídeos. En ese entonces todavía no era usted presidente de Uruguay. Se trataba de una entrevista bastante mala en su producción. Me quedé hechizado por su claridad de pensamiento. Nitidez mental. Agudeza. Forma de decir las cosas. Sin negar respuestas. Sin negarse a temas. Y algo que yo valoro de forma extrema: honestidad intelectual en serio, osea; decir lo pensado, sin rechazar la realidad de nuestras limitaciones. Y con ello aceptar los límites del poder. Una cosa políticamente incorrecta, por lo menos en tiempos de elecciones. ¿Acaso el poder no lo puede todo? ¡Si se tiene el poder no existen límites! Usted don José, dijo no. Hay límites. Y lo dijo desde su campaña. Y rapidito. Y sin hacer pausas innecesarias. Para inventar pretextos o patrañas. Nada de eso. Todo directo. Sin absurdos. Y lo cumplió. Una vez terminado su periodo, se retiró.

Diputado, senador, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca. Le investigué y desde entonces le seguí la pista. Supe de su pasado guerrillero en contra de la dictadura militar, de los balazos recibidos y dados, en el contexto de la Guerra Fría en Sudamérica y Centroamérica. De sus penosas prisiones e intrépidos escapes. De sus arrepentimientos y reconocimientos de errores. Una vida no tan fácil. En prisión. Bajo la sombra. Bajo la amenaza de ser matado todos los días. Curtido. 

De su incursión una vez libre, por la llegada de la democracia, en la política. De izquierda. Bien definido. Sin ambigüedades. Pero realista. Los pies en tierra. También sé del aprovechamiento de Uruguay —al que no le guste el dinero regalado, levante la mano—, de la ubre venezolana por un tiempo. Solo por decirse de izquierdas, en los tiempos cuando Hugo Chávez y los altos precios del petróleo, aventaban por todos lados dinero. Y no sé como usted le hizo, pero a diferencia de muchos, no compraron esos malditos su país. Aún siendo de izquierdas. No les pasó lo de Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua. Ahora ellos saliendo o tratándolo del Socialismo del S. XXI, porque Venezuela ya está condenada, de hecho ese país ya no lo es. Venezuela no sale porque no sale. Porque no puede salir. Ya son varios países de hecho. Ni con una ayuda gratuita de dinerales lo pueden hacer.

Aquí hay alguien suplicante de parecerse a usted. Un viejo como usted, don José. Lo cual no importa. Lleno de canas al igual que usted. Me encantaría, le conociera personalmente para corroborar como para mí, a su más maleta imitador, y el gran farsante de México. Usted haciéndole preguntas. Como las que usted sí contesta. Y luego le dijera a los jóvenes. Él no es yo. Un debate de viejos. Entre su pobre imitador y Mújica. Ilusa idea. Para ubicar, o tratarlo.

Con admiración.

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