Ideas

Carpetas abiertas

No solo Jalisco, México es un país de carpetas abiertas que rara vez logran cerrarse. La cifra actual de 85 asesinatos cada 24 horas debería poner fin a todas las precampañas de todos los precandidatos, pues se requiere carecer de vergüenza para seguir dándole vida a un sistema electoral en un escenario de fracaso completo de la seguridad, razón primera que justifica la existencia del estado y su periódica renovación.

Que una precandidata deba reforzar su seguridad, aconsejada por el ejército, si va a moverse en tales o cuales territorios, o que un gobierno admita la permanencia de una alcaldía sin alcalde, porque el crimen organizado no lo permite, o que una y otra vez soldados, comisarios, policías, agentes de investigación, sean asesinados y solo sepamos que ya se abrió una carpeta de investigación, acaba siendo la señal de que no va a pasar nada, cuando mucho, muy forzados, darán con los sicarios, pero no con quienes los envían.

Capturar a un capo de segundo o tercer nivel en Sinaloa, y que se les escape otro en Jalisco, no parece que sea mero accidente o cosa del destino, hay algo muy podrido que está funcionando a la perfección, y cuyo costo es la vida de numerosas personas, pero ese costo, en manos del gobierno, acaba siendo mera estadística, cuestión de puntos porcentuales, de rayas que suben o bajan.

El México o el Jalisco que todos queremos es solo un slogan emotivo y aspiracional que puede encontrar eco en personas poco informadas o de verdad muy idealistas, pues ese deseo lo tenemos desde hace sexenios y sirve únicamente para hacer campaña.

Al drama de esta nuestra realidad se añade el complemento de los videos captados por cámaras de vigilancia, que la gente ve como si se tratara de una serie policiaca, y no acaba de advertir, de asumir, que son hechos reales, que un ser humano vivo, que entra a un café en una zona supuestamente segura, es atacado arteramente por dos hombres y dos mujeres, y en cuestión de segundos ese ser humano ha dejado de existir, dejando una secuela de dolor a su familia, de frustración para la ciudadanía, y un sentimiento de terrible desamparo. Y apenas la televisión transmite esa grabación, viene enseguida un promocional de las señoras candidatas o de los señores candidatos, alegres, rozagantes, felices de lo que están haciendo y de lo que han hecho para alcanzar sus altas metas, criticando a los gobiernos anteriores, como en automático, como parte del libreto que todo precandidato debe aprender, pero muy conscientes de que a fin de cuentas, ellos, de ganar, harán lo mismo, es decir, seguirán ignorando el grave problema que significa para la gente, no para ellos, vivir en un país sometido por la delincuencia.

Tenemos que entender que la función política se ha vuelto inútil, y con ella, todos los partidos. Lo que la sociedad requiere son administradores profesionales apoyados en equipos profesionales, y en lo que mira a la seguridad, contratar equipos igualmente profesionales donde los haya y cuya paga dependa estrictamente de resultados constatables y plazos de tiempo establecidos. Lo mismo deberá valer para los administradores. No podemos seguir en manos de las improvisaciones trienales y sexenales donde lo único que no se pide a los funcionarios es capacidad y resultados.

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