Ideas

Carlos Urzúa

El lunes por la tarde comenzó a circular la noticia en todos lados: el Dr. Carlos Manuel Urzúa Macías había fallecido en su domicilio. Primero se hablaba de una caída desde las escaleras de su casa y ya por la noche se confirmó que se había tratado de un infarto.

La noticia fue muy triste, porque se trata de una persona no muy grande de edad, 68 años. Si bien no es un joven, todavía hoy uno se lo imagina activo y con muchos proyectos. Como en realidad vivía esta última etapa de su vida: columnista frecuente, docente universitario e integrado de lleno en la campaña de Xóchitl Gálvez.

Al doctor Urzúa lo conocí en el verano de 1996. Cuando había ganado una de las becas para participar en el Verano de Investigación Científica que organizaba el CONACyT. Yo estudiaba en Torreón en la Universidad Autónoma de Coahuila, el cuarto semestre de economía.

Desconozco si este programa del CONACyT continúe o haya sufrido los efectos de la “austeridad Republicana”.

La beca incluía los gastos de transporte y manutención por dos meses. Por primera vez salía de mi ciudad para vivir en la capital del país y estar en uno de los centros de estudios más prestigiosos: el Colegio de México.

Recuerdo que después de ver todos los posibles investigadores nacionales con los que podría pasar el verano, mis padres me insistían que propusiera a Urzúa. Ya que se apellidaba Macías. ¡Quizá hasta parientes lejanos éramos!

Carlos me recibió, junto con otros 2 estudiantes, nos facilitó una oficina en El Colegio y nos permitió trabajar en el documento que debíamos entregar al final del verano.

Recuerdo su oficina repleta de libros y documentos cuando casi al final del verano, me dijo: “Como economista, no basta que obtengas la licenciatura: tienes que estudiar una maestría”.

Esa experiencia me permitió conocer el Colegio de México y el Centro de Estudios Económicos, así como plantearme la posibilidad de regresar ya no como becario, sino como estudiante.

En 1998 regresé y tuve a Urzúa como profesor de Microeconomía. En una ocasión al estar explicando la identidad de Roy (ésta relaciona la demanda Marshalliana con la derivada de la función de utilidad indirecta), cada vez que nombraba la identidad le decía “identidad de Roy Rogers”. Pero en el salón nadie se reía. Porque nadie tenía ni idea de quién era el tal Roy Rogers.

Urzúa se confundía de por qué su “chiste” no había causado ninguna reacción y terminaba diciendo: “Ustedes son ya otra generación”

Tiempo después mis compañeros y yo descubrimos que el tal Roy Rogers había sido un actor norteamericano de películas de vaqueros de los años cincuenta.

El Dr. Urzúa fue un gran profesor de muchas generaciones de economistas, siempre paciente y siempre motivador de que sus alumnos siguieran estudiando. Eso me hizo admirar su capacidad como docente.

Después de su paso por la Secretaría de Hacienda, lo admiré aún más por su congruencia y su nulo apego a los puestos y al poder. A diferencia de muchos otros, siempre fueron primero sus convicciones antes que conservar un puesto público, así fuera el de Secretario de Hacienda.

Un fuerte abrazo para su familia y amigos. Descanse en Paz.

Síguenos en

Temas

Sigue navegando