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García Luna: la fiesta y la cruda

Es un triunfo histórico para el obradorato. Para el expresidente López Obrador y para la presidenta Claudia Sheinbaum, como quien tomó la estafeta. La sentencia de 38 años de cárcel contra Genaro García Luna les da la razón. 

¿Qué hemos escuchado desde hace seis años en las mañaneras? Que si en México hay violencia, que si no se han podido controlar los asesinatos, es porque se heredó del pasado un gobierno podrido y el símbolo de esa podredumbre es García Luna. Ayer, una corte de Brooklyn en Nueva York le dijo al obradorato: sí, tienes razón.

¿Qué hemos escuchado también desde hace seis años? Que el artífice de todos los males políticos de México -desde la corrupción, la impunidad, la inseguridad, los fraudes electorales- se llama Felipe Calderón. Con la sentencia a García Luna, Calderón queda políticamente inhabilitado y el juicio de la Historia seguramente será implacable en su contra por haber encumbrado, empoderado y dotado de recursos públicos infinitos a un hombre que ni más ni menos que el modelo a seguir, Estados Unidos, determinó que se coludió con los narcos en vez de cuidar la seguridad de los mexicanos, y le impuso un castigo que empata la gravedad de los delitos cometidos. 

Hay fiesta en el obradorato. No es para menos. Las cortes americanas les han dado toda la razón. 

Pero deberían tener cuidado: el juicio y el fallo contra García Luna puede ser un arma de doble filo para los obradoristas. Sobre todo porque Estados Unidos ya demostró que no ha terminado con México. 

Ya ajustó cuentas con el sexenio de Calderón, vía García Luna. Estuvo a punto de lograr lo mismo contra el sexenio de Peña Nieto cuando detuvo a quien fue su secretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos, acusándolo también de vínculos con el narco. Cienfuegos quedó en libertad, pero no porque haya sido enjuiciado y exonerado. Quedó en libertad porque el entonces presidente mexicano, López Obrador, le pidió el favor personal al entonces presidente estadounidense, Donald Trump, y Trump accedió a que fuera liberado por razones de política exterior. Así quedó incluso asentado en el documento oficial en el que los fiscales se desisten del caso ante la jueza de Brooklyn. 

¿Qué sigue en esta lógica? El ajuste de cuentas con el sexenio de López Obrador. Y Estados Unidos ha dado muestras de que tiene interés y tiene tela de donde cortar. Que las muertes por fentanilo en nuestro vecino sean un tema políticamente tan rentable potencia la sed de venganza contra México. No la tienen difícil. El juicio contra García Luna estuvo basado en testimonios de narcotraficantes. Y así fue avalado y festejado por López Obrador, Sheinbaum y los suyos. Hasta hoy, públicamente se sabe de al menos tres testimonios que embarran en mayor o menor medida al obradorato: el testigo protegido citado por Tim Golden, la entrevista al líder del cártel de Los Ardillos en Latinus y la carta de Ismael “El Mayo” Zambada. 

No hay duda que la sentencia contra García Luna es vergonzosamente histórica. Es sólo que los que hoy se emborrachan de gusto parecen estar olvidando la cruda que les puede esperar a la mañana siguiente. 

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