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Carlos Carrera y su gran peli

Bien dicen por ahí que no hay mayor virtud que la paciencia (y el talento, obvio), ahí está el precioso largometraje de animación de Carlos Carrera: “Ana y Bruno”, una pieza sensible, artística y original. No sé por dónde comenzar… ¿Por el momento en que mi vecino de asiento dijo: ¿esto sí es para niños? O ¿quizá por el instante en que busqué una salida cercana por si la trama se tornaba muy oscura? Iba con mi hija y en algún momento, sí, me pidió que la abrazara (no entraré en detalles para no aventarme un spoiler). Carlos Carrera ganó en 1994 el Premio del Jurado en Cannes por el corto “El Héroe” donde abordaba la depresión y el suicidio, así que podemos imaginar la atmósfera del trabajo.

“Ana y Bruno” aborda desde un lugar muy especial, temas como la muerte y el dolor y, en su factura deja ver con orgullo un México rural y mágico. Es acertada. Es sensible. Por momentos me recordó a los cuentos cortos de Elena Garro con toda su nostalgia y su realismo mágico, aunque es una adaptación de la novela “Ana” escrita por Daniel Emil. Y claro, tiene momentos desconcertantes, pero, arriesga en su óptica y es donde sale ganando y es increíblemente conmovedor, cómo después de ese periplo, el personaje protagonista en cuestión entiende o intuye su nueva condición frente al obstáculo y asume que puede hacer casi todo y es ahí, donde al pequeño espectador bien le ha valido la pena el arriesgue. Mi hija no se movió del asiento, permaneció con los ojos abiertos y ante la duda preguntaba: ¿Dónde está ‘Ana’, mamá?

No es una película cualquiera, la mirada poco complaciente del director quizá no nos guste a muchos papás que, obviamente, cuidamos los mensajes que se le dan a nuestros hijos. Podemos dudar de inicio, sí, lo acepto porque no será Disney, eso es un hecho.

Pero… Al final del camino, ante la adversidad rotunda, la pérdida del equilibrio, el dolor de la familia, la muerte inevitable (sin pajaritos, príncipes, música bailable) que un niño escuche (imagínese usted cuando lo entiende) que aún frente a eso, que aún a pesar de eso, él tiene poder de decisión y esa decisión es no tener miedo, estamos frente a una pieza magnífica.

“Ana y Bruno” enseña desde la parte oscura y quizá por eso es conmovedora. No lo sé. Yo vi a una niña recorrer junto a sus amigos -reales o ficticios-, un camino para salvar a la gente que ella ama. De verdad, corra a verla.

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