“Car language”
La Zona Metropolitana de Guadalajara, La Gran Guadalajara, tiene un problema muy serio de movilidad en la periferia y honestamente se ve en chino que se pueda resolver.
El crecimiento horizontal de la ciudad sobre todo hacia el Norte y hacia el Sur, sin contar con suficientes vías de comunicación y acceso la zona nuclear, provoca cuellos de botella mayúsculos sobre todo en la mañana, cuando todas esas personas que viven ahí buscan integrarse a la actividad de la ciudad.
El Instituto Metropolitano de Planeación tiene localizados cuatro de estos puntos, aunque podrían ser más: está López Mateos, que en este momento es objeto de una consulta para buscar alternativas; y están tres accesos que nuestros radioescuchas de Zona 3 llaman las zonas de la “sufrición”, que son avenidas que no se dan abasto para recibir cantidad de avenidas más pequeñas, carreteras menores e incluso calles por las que automovilistas buscan acercarse al núcleo urbano. Hablamos de Adolf Horn, Juan Gil Preciado y la conexión a Periférico desde Valdepeñas.
No se ve cómo se pueda dar mayor fluidez a estos literales cuellos de botella donde basta un choque laminero o una descompostura para multiplicar el problema.
Desde hace tiempo y a manera personal hemos estado probando al conducir a movernos y dejar mover la ciudad por medio de pequeños gestos de cortesía que sí funcionan y de alguna forma ayudan un poco a mejorar la circulación y sobre todo a no pasarla tan mal en el tráfico.
Uno es el “uno a uno” que tiene la virtud de ser contagioso; cuando usted lo aplica es muy probable que quien viene detrás haga lo mismo.
Pero también funciona el que hemos llamado “car language”, o lenguaje de nuestro auto, que también funciona como una señal de cortesía.
Es fijarnos qué mensaje estamos enviando al momento de querer incorporarnos a una avenida mayor.
Hemos observado que cuando usted avienta agresivamente el auto a otro automovilista con la intención de meterse o que le dejen pasar es muy poco probable que le abran paso; usted será considerado un gandalla.
Pero si usted, tranquilamente, envía la señal de que puede esperar a que pase ese automóvil es muy probable que el que venga atrás le ceda el paso.
Haga la prueba.
Son pocos los casos en que no funciona.
También es contagioso.
Está enviando un mensaje de amabilidad de automóvil a automóvil.
Tanto el uno a uno como el “car language” son señales de cortesía que, si bien no solucionarán el problema de las zonas de “sufrición”, sí promueven un tráfico un poco más ágil, pero sobre todo nos relajan al manejar y la pasaremos menos estresados que la gran mayoría que padece estos enorme cuellos de botella.
Haga la prueba.