Candidatos y el miedo a la seguridad
El tema de seguridad les da frío. Salvo la idea bestial de “El Bronco” que propuso militarizar las escuelas preparatorias y la sonsera de Margarita Zavala de hacer una cárcel VIP, o members only, exclusiva para políticos y miembros del crimen organizado (cuando sabes que no vas a ganar puedes decir cualquier tontería y nada importa) no hubo en todo el debate una sola propuesta concreta en materia de seguridad que no sea aumentar la presencia y capacidades de la policía. Ya hemos comentado que parte fundamental del problema es que si los candidatos nos hablaran con la verdad en materia de seguridad seguramente nadie votaríamos por ellos, porque los ciudadanos no queremos escuchar, preferimos evadirnos e ir con quien nos ofrezca la solución mágica. Aun así, la pobreza de ideas fue abrumadora.
López Obrador y Anaya coincidieron en una cosa: si ganan van a convocar a los expertos para que ellos digan cómo. Esa es una forma de evasión. Si les interesara solucionar el problema ya se habrían reunido con ellos, es más, lo más seguro es que ya lo han hecho y no les gustó nada lo que oyeron. Meade, que en otras ocasiones ha formulado algunas ideas interesantes al respecto se olvidó de ellas y cayó en los mismos lugares comunes de todos los demás.
El crecimiento económico y las oportunidades de desarrollo son fundamentales en cualquier proceso de paz, pero simultáneamente el Estado tiene que hacerse cargo de la seguridad
Los tres punteros, o si se prefiere, el primero y los dos terceros, están atados de pies y manos en este tema porque no saben qué hacer. Decir que van a combatir con todo a la violencia y la inseguridad es una obviedad, pues será el encargo más importante que tenga quien gane la presidencia, aunque no quiera. Plantear que todo se resuelve con crecimiento económico e igualdad, como dijo López Obrador, es también falso, pues si bien es evidente que el crimen encuentra en la pobreza un caldo de cultivo, no hay una relación causa-efecto entre pobreza y criminalidad. Los altos índices de homicidios están más ligados a una debilidad institucional que a un problema económico. El crecimiento económico y las oportunidades de desarrollo son fundamentales en cualquier proceso de construcción de paz, pero simultáneamente el Estado tiene que hacerse cargo de la seguridad.
Dicho de otra manera, si juntamos las propuestas de los tres candidatos a lo mejor sacamos algo bueno, pero ninguno por sí solo ha logrado articular una visión coherente del problema. Le tienen miedo a hablar de seguridad porque saben que todo lo que digan se terminará revirtiendo, que no hay salida en el corto plazo, y que, llegue quien llegue, cuando se vaya el problema quizá habrá disminuido, pero no desaparecido.
(diego.petersen@informador.com.mx)