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Cambiamos de política, se le olvidó, ¿o es Alzheimer?

El 7 de enero de 2021, con motivo de la revuelta en el Congreso de Estados Unidos, el presidente López Obrador dijo: “No vamos a intervenir en asuntos que corresponden a los estadounidenses. Es nuestra política”. Y destacó que con Estados Unidos “tiene que haber una política de buena vecindad por muchas razones. Son 38 millones de mexicanos que viven y trabajan en Estados Unidos; es la comunidad hispana más importante. También aquí viven más de un millón de estadounidenses. Las relaciones económicas, comerciales, la frontera, 3.180 kilómetros en estados de la Unión Americana que son en sí mismos potencias en lo económico: Texas, Arizona, California, Nuevo México, en fin. No hay problemas con el gobierno de Estados Unidos. Le deseamos que le vaya bien a su pueblo”, expresó.

Y refrendó sus deseos de que “siempre prevalezca la democracia, la libertad y la paz”, además de reafirmar la postura de México en conflictos que no son del país, “de la no injerencia en asuntos ajenos”. ¡Bien dicho, bravo!

Pues el lunes pasado, dos años y dos meses después, al presidente se le olvidó todo y cambió el discurso. Mostrando en la pantalla de su mañanera la portada del Wall Street Journal, donde venía una fotografía a ocho columnas de la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México abarrotada por ciudadanos que se manifestaron a favor de no alterar el organigrama ni recortar el presupuesto del Instituto Nacional Electoral (INE), López Obrador arremetió en contra de todos los sectores que, al norte del Río Bravo, criticaron las intenciones de Palacio Nacional por darle un “nuevo rumbo” al sistema electoral mexicano y atentar en contra de la democracia.

“La posición del gobierno de Estados Unidos, como es una mala costumbre, siempre se inmiscuyen en asuntos que no les corresponden. Todavía no abandonan la política de hace dos siglos. La política del mono, de sentirse el gobierno del mundo. ¿Qué les digo? Que aquí hay más democracia, en México, que en Estados Unidos, y que en vez de estar metiéndose, actuando de manera injerencista en nuestros asuntos, si quieren seguir con las mismas políticas, pues que se ocupen de lo que está pasando en Perú, donde la embajadora es la asesora de los golpistas. Donde pisotearon las libertades y la democracia de ese país. Es una costumbre que viene de siglos”.

Y precisamente, aparte de olvidarse de su anterior posición respecto al injerencismo y las relaciones de buen vecino, además de respetar las opiniones de otros países, con motivo de las injerencias y el Perú, la semana pasada el mismo López Obrador llamó “títere y pelele” a la presidenta peruana Dina Boluarte, calificando a su gobierno de “autoritario y represor” por haber promovido la destitución del expresidente Pedro Castillo. “Nosotros no aceptamos toda la farsa que ha significado la destitución del presidente Pedro Castillo, porque no se respetó la voluntad del Pueblo de Perú. Se pisoteó la democracia y se cometió una gran injusticia al destituirlo y encarcelarlo, y luego establecer, de facto, un Gobierno autoritario, represor y nosotros no coincidimos con eso”, dijo AMLO, quien además criticó el “silencio hipócrita” del resto de países latinoamericanos sobre la crisis de Perú.

Entonces, ¿qué pasó con la postura de no injerencia en asuntos ajenos? Mexico ya cambio su política, se le olvidó o será que hay una atrofia senil relacionada con el trastorno cerebral que destruye lentamente la memoria y la capacidad de pensar, popularmente llamada la enfermedad de Alzheimer?

¿Usted, qué opina?

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