Ideas

Cabañas, educar y promover

El obispo Cabañas llegó a Guadalajara en 1796, muy pronto se dio a la tarea de recorrer el extenso territorio de este obispado, escribiendo un detallado informe de la situación en que se encontraba la sociedad, advirtiendo los niveles de pobreza e ignorancia que afectaban a buen porcentaje de la población, indicando las posibles causas, y proponiendo soluciones en todos los campos para la superación de los problemas observados.

La lectura de este documento nos describe a un obispo de corte moderno, dotado de una visión social antes desconocida, audaz en sus propuestas y muy agudo en la crítica de las causas de la miseria que ha visto por todas partes, en buena medida muchas de sus observaciones y sugerencias serán aplicadas con el paso de los muchos años, si pensamos en particular en el problema de la acumulación de tierras en pocas manos, de la ausencia de caminos que faciliten el transporte y mantengan bajo el precio de las mercancías, del impacto de la diversidad de los climas sobre la agricultura, y la necesidad de diversificar los cultivos, pero sobre todo en el análisis que hace de la pobreza, de sus causas y de las soluciones que propone.

Para el señor Cabañas una clave fundamental en el manejo de estas realidades es la educación, no una educación tradicional, sino innovadora y expansiva que abra nuevos horizontes para la gente y le ayude a recuperar su dignidad y el nivel de vida a la que tiene derecho, una educación entonces que motive el espíritu de superación y haga productivas a las personas, al margen del grupo social al que pertenezcan.

Educar y promover son medios fundamentales que deben romper inercias, también en la situación de las comunidades indígenas, de las cuales Cabañas hace un detallado perfil, evaluando las políticas gubernamentales que se han empleado con este importante sector, y sus consecuencias frecuentemente contraproducentes, ya que la política de sobreprotección y asistencialismo ha dificultado el que las comunidades originarias se incorporen activamente a la vida de la sociedad, y, desde su punto de vista, han favorecido un enajenamiento mayor.

Como correspondía a su función episcopal, advierte en el campo religioso un gran abandono, tanto en los laicos como en los consagrados, en parte debido al descuido de los últimos años de gobierno del señor Alcalde, aunque el señor Cabañas evita mencionarlo. Ante esa preocupante realidad establece nuevas normas para el Seminario, y funda una institución responsable de la formación permanente del clero, de su constante evaluación, así como determina los medios que sostengan la acción pastoral de los párrocos y sancionen oportunamente las fallas que se cometan.

El señor Cabañas no solamente construyó la casa de misericordia que lleva su nombre, redimiendo el barrio de San Juan de Dios y haciéndolo crecer, también dio forma y estructura al barrio de la Capilla de Jesús, bajo su gobierno se edificó el convento de Zapopan como Colegio de misiones, orientado a sostener este esfuerzo en Baja California, Sinaloa y Sonora, levantó el templo del Sagrario, anexo a la Catedral, en perfecto estilo neoclásico, fundó el colegio clerical donde hoy se halla la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres, mandó hacer la casa de misericordia de Aguascalientes, financió numerosas escuelas y colegios en diversas regiones del obispado, y apoyó la construcción o la conservación de caminos que comunicaran las diversas regiones de este territorio con la ciudad de Guadalajara. Desde todos los puntos de vista un gran personaje al que recordamos con gratitud este 28 de noviembre, segundo centenario de su fallecimiento.

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