CDMX
No veo que los tapatíos de mi generación seamos partícipes de aquella vieja rencilla con los “chilangos” de esta. Nos veo provincianamente mucho más resueltos al referirnos a la gente que vive en la ahora llamada CDMX así como también veo a los -antes llamados- defeños mucho menos soberbios con nosotros los “de provincia”. Nos veo, por el contrario, ciertamente ávidos por conocer la vida de la capital y en cuanto se pueda, adaptarnos a ella. Nos queremos mimetizar tomando el café donde lo toman, tomando el transporte público y dejando el automóvil, vistiendo como visten, llenando los espacios del modo tan particular, mucho más a prisa, como ellos también lo hacen.
Tengo varios amigos de diversas edades y profesiones que también así, voltean a ver a Guadalajara como el epicentro de muchísimos fenómenos interesantes que acá suceden. El arte contemporáneo ha sido un tema en común que tanto a propios y ajenos llena de orgullo ver a grandes artistas no sólo poblar las salas de museos y galerías renombradas en el país sino que llevan el nombre de México más allá de estas fronteras.
La visita a la capital del país me ha parecido siempre obligada porque más allá de que sea el epicentro (para bien y para mal) de lo que representa para todos fuera de los límites geográficos, realmente se erige como una capital de mundo. El monumental Museo de Antropología, el hermoso MUNAL, Bellas Artes, el ahora imprescindible Museo Jumex (en el que además exponen tapatíos como Gonzalo Lebrija y Jorge Méndez-Blake), el impresionante Zócalo con su Centro Histórico en conjunto, forman parte de un colectivo que está ahí para recordarnos la grandeza que somos como pueblo.
Guadalajara no debería tratar de imitar la suerte de estos espacios (ni su presupuesto), deberíamos en cambio hacer consciente y potenciar el enorme talento de manera ligada y hacer consciente los espacios que también son de presumir. Es decir, dividir a las instituciones de sus quehaceres las debilita enormemente; pocos pájaros y cada uno en un alambre no hacen un coro. La planeación cultural debería ser vislumbrada como un ente en general imitando -por qué no- el propio crecimiento natural y orgánico que ha sido la proliferación de artistas conceptuales y contemporáneos que ha dado la ciudad.
Fortalecer los grupos por encima de los individuos debería también ser una consigna de esta administración que recién empieza a despegar. La Ciudad de México será siempre un referente, pero Guadalajara, Jalisco, en general debería abrazar su propia naturaleza para poder sentirnos dignos y afortunados de lo que tenemos y somos para la cosmología del propio país. Eso sí, como diríamos los tapatíos, deberíamos ir más a la CDMX.
argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina