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Buscaban el “paraíso” y encontraron el “infierno”

Recuerda los restos descuartizados de ocho jóvenes -seis hombres y dos mujeres- que fueron encontrados a finales de mayo del año pasado en el Mirador Escondido de la barranca de Oblatos -al norte de Guadalajara-, quienes trabajaban en un centro de atención de llamadas telefónicas operado por un grupo delincuencial, donde se enfocaban en sus víctimas para la estafa de bienes raíces. Bueno, pues el tema ha salido nuevamente a la luz pública en un artículo publicado ayer por The New York Times, donde investigadores del caso -sin revelar sus identidades- hablan del asunto.

El diario neoyorquino se pregunta, “¿El nuevo objetivo de un cartel de la droga mexicano? Las personas mayores y sus tiempos compartidos -en centros vacacionales-”, sobre todo enfocado en los ciudadanos estadounidenses y canadienses. La publicación habla del cártel “Jalisco Nueva Generación", quien administra los centros de llamadas que ofrecen comprar propiedades vacacionales para jubilados. Luego, vaciar las cuentas bancarias de sus víctimas”.

En el artículo se hace referencia a que “primero, el cártel se inició en el tráfico de drogas. Luego aguacates, inmobiliarias y constructoras. Ahora, un grupo criminal mexicano conocido por su brutalidad se está acercando a las personas mayores y a sus tiempos compartidos”. Y señalan que el método “es relativamente sencillo. Los empleados del cartel que se hacen pasar por representantes de ventas llaman a los propietarios del tiempo compartido y les ofrecen recomprar sus inversiones por sumas generosas. Luego exigen pagos por adelantado para cualquier cosa, desde publicar anuncios hasta pagar multas gubernamentales. Los representantes persuaden a sus víctimas para que transfieran grandes cantidades de dinero a México (a veces hasta cientos de miles de dólares) y luego desaparecen”.

Dice el diario neoyorquino que de acuerdo a los funcionario que hablaron sobre el tema, “han sido cientos de
millones de dólares durante la última década” los que ha obtenido el grupo delincuencial, llegando a comprobarse que “sobornan a empleados de centros turísticos mexicanos para que filtren información de los huéspedes”.

De acuerdo con información de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), en los últimos cuatro años la industria del tiempo compartido se ha incrementado en 30 por ciento, pero las denuncias por fraude han aumentado en un 79 por ciento y la mayoría vienen de México. Sin embargo, las autoridades estadounidenses -señala el artículo- “sólo pueden investigar si cuentan con la cooperación de las autoridades locales. Y los bufetes de abogados estadounidenses no pueden presentar demandas civiles en México sin contratar a un abogado mexicano autorizado”. Yo diría, ahí “es donde la puerca tuerce el rabo”, ya que además de la pérdida económica por el fraude, vienen los gastos legales en lo que muchas personas ya no quieren incurrir. Además, otros dos aspectos, ya con la experiencia, muchos de los defraudados no tienen confianza en las autoridades mexicanas y otras no denuncian el robo del que fueron objeto “porque les da vergüenza y se lo quieren ocultar a sus familias”, dice The New York Times.

Así que los extranjeros buscaban “el paraíso” vacacional y encontraron el “infierno”.

¿Usted, qué opina?

Daniel Rodríguez

daniel.rodriguez@dbhub.net

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