BusBici, una prueba de fuego para los tapatíos
El nuevo BusBici tapatío se ha gestado con las premuras de un parto imprevisto. Un día aparecieron los segregadores en Avenida Hidalgo, luego anunciaron las multas de casi 20 mil pesos por invadir el carril exclusivo y el próximo mes comenzará su operación.
Si la ejecución rápida y sin dolor fue o no una estrategia del ayuntamiento (“un, dos, tres calabaza”, conjuraba un editor para ejecutar un plan radical), lo cierto es que este proyecto nos pone a prueba a todos: autoridades, peatones, ciclistas y automovilistas.
Con el carril exclusivo del BusBici a lo largo de 3.72 kilómetros de Avenida Hidalgo, entre Victoriano Salado Álvarez y Contreras Medellín, se beneficiarán 20 mil usuarios de transporte público al día que realizan ese trayecto. De entrada, su viaje será hasta 60 por ciento más rápido. También 700 ciclistas que circulan en ese corredor tendrán una opción más segura para transitar.
Pero estos beneficios llegarán sólo si cada quien cumple su parte. Que los autobuses sólo se detengan en la parada oficial sin circular a más de 30 kilómetros por hora. Que los taxistas no suban pasaje a media calle. Que los automovilistas den vuelta a la derecha con precaución y prendan su direccional. Que los autos particulares no invadan el carril exclusivo en horas pico como ocurre en el BusBici de CDMX. Ni lo hagan tampoco los motociclistas. Que los ciclistas respeten los semáforos, rebasen al autobús por la izquierda y no por la derecha cuando abordan los usuarios. Que los choferes tengan la capacitación y pericia para identificar los puntos ciegos y evitar accidentes. Y finalmente que la autoridad vigile y sancione a los infractores.
Todo lo anterior se resume en una expresión: cultura vial. Sólo hay que preguntarnos, ¿respetamos cotidianamente las normas viales? Quiero ser optimista y pensar que, al igual que pasa con algunos “limbos virtuosos” en donde el comportamiento cívico de los tapatíos es ejemplar o al menos decente, lo mismo ocurrirá con el BusBici.
Sólo lamento informarles que hay malas noticias para los automovilistas. Sé que muchos no tardan en respingar: ¿y el tráfico? El BusBici no se hizo para los coches. El tráfico continuará y, si bien nos va, se mantendrá igual sin empeorar.
Porque el verdadero objetivo de un proyecto como este no es hacerle la vida más fácil al automovilista sino a los 20 mil pasajeros del transporte público que realizan ese trayecto a diario. Ese derrotero, además, se convierte en una apuesta para que más familias visiten el Centro Histórico.
En el fondo, el objetivo de un proyecto como el BusBici es que dejemos el automóvil para subirnos al transporte público: un cambio modal. Esa es la verdadera prueba de fuego y el gran beneficio de estos proyectos. ¿Alguien cree que eso ocurrirá? Quizás, pero sólo en esa ciudad ideal con la que hace años soñamos.