Brasil y el huevo de la serpiente
El resultado de la elección de Brasil es una pésima noticia: la democracia derrotando a la democracia; la serpiente que se devora a sí misma porque ya no puede con su existencia. Bolsonaro, el candidato ganador de la primera vuelta encarna la negación de todos los valores democráticos: es sexista, racista, defensor de la dictadura militar y ha dicho públicamente que el error de los militares en Brasil no fue haber torturado a los guerrilleros sino no haberlos matado. Con ese discurso obtuvo 46% en la primera vuelta y, salvo que ocurra algo extraordinario en los próximos días, lo más probable es que el 28 de octubre sea electo presidente.
Populismos y nacionalismos de izquierda y derecha crecen y se difuminan por todo el mundo. La democracia liberal está en crisis. Cada día escucho más argumentos en contra del sistema democrático, como si la democracia fuera la culpable del voto contra sí misma. No es el voto lo que pone en jaque al sistema liberal sino los abusos del liberalismo lo que ha provocado que este implote y ponga en riesgo a la democracia.
El voto libre sigue siendo el único espacio de la vida pública en el que todos los ciudadanos somos iguales, donde todos valemos y pesamos lo mismo
El sociólogo español Manuel Castells, uno de los pensadores más brillantes de nuestra época, advirtió ayer en una carta abierta sobre el peligro que representa para el mundo el ascenso de Bolsonaro: “Brasil está en peligro. Y con Brasil el mundo. Porque después de la elección de Trump, de la toma del poder por un gobierno neo-fascista en Italia y por el ascenso del neonazismo en Europa, Brasil puede elegir presidente a un fascista…”. Hay algo en común en todos estos procesos del retorno al populismo y al nacionalismo, y es el fracaso del sistema neoliberal para mejorar las condiciones de vida de los pueblos. Hace 10 años vimos derrumbarse al sistema financiero internacional por abusos en la especulación con bonos basura, pero los culpables no pagaron por ello, el costo lo llevamos todos. En estos 10 años el huevo de la serpiente se fue incubando al calor del odio, el rencor, la falta de oportunidades y la pérdida de certidumbre en el futuro. Desde sus propias entrañas el sistema neoliberal construyó su derrota.
El voto libre sigue siendo el único espacio de la vida pública en el que todos los ciudadanos somos iguales, donde todos valemos y pesamos lo mismo. Con sus enormes defectos y resultados horrorosos sigue siendo la mejor forma de hacer política y construir acuerdos. No culpemos a la democracia de los abusos de poder, de la corrupción y de la impunidad. La democracia recobrará su sentido cuando los ciudadanos dejemos de vernos como víctimas para asumirnos como constructores de un futuro común.
(diego.petersen@informador.com.mx)