Botón de emergencia: la decisión es política y económica
No seamos ingenuos. La tendencia del virus en Jalisco no cambiará en dos días. Recordemos que el COVID-19 tarda 14 días en incubarse y manifestarse en una persona. Por eso cualquier medida restrictiva o relajamiento de la población demora dos semanas en reflejarse en la estadística. Sumemos a esa variable el desfase en el reporte de casos.
Lo que hará en realidad el gobernador Enrique Alfaro entre lunes y martes es realizar un cálculo político y económico sobre la activación del Botón de Emergencia.
En lo económico, la variable de más peso es el Buen Fin programado del 9 al 20 de noviembre. De activarse el mecanismo estatal este viernes –con una duración de 14 días–, tendríamos la primera semana del Buen Fin con una economía en paro parcial. Los empresarios ven en este evento una oportunidad para oxigenar la economía. En ventas, la Canaco Guadalajara estimó una derrama similar a la del año pasado: 4.3 mil millones de pesos.
El Observatorio del Empleo de la Coparmex Jalisco calculó la pérdida de 60 mil empleos al cierre del año si la actividad económica continúa como hasta ahora. Sin embargo, la activación del Botón de Emergencia, según sus cálculos, traería la pérdida adicional de 20 mil trabajos.
Un cierre parcial implica también un complejo cálculo político ante el repunte de la pandemia en varios estados. En contraste con la Federación, Enrique Alfaro ya acusa a AMLO de «minimizar» e ignorar las «señales de alarma». Una reacción temprana ante la pandemia le ha dado a los gobiernos locales índices de popularidad que ni en sueños alcanzarían en un contexto diferente. A esto se suma hoy el anuncio simultáneo de los 12 gobernadores de la Alianza Federalista –Jalisco incluido– que harán sobre el Presupuesto 2021 de la Federación y la desaparición de 109 fideicomisos. La inocuidad o repercusión del pronunciamiento es también una variable necesaria para el cálculo político.
Hay dos equilibrios que el gobernador debe mantener: la relación con el sector empresarial que presionó para la reapertura económica y ha rechazado la idea de un cierre más. Y quizá el más importante: el cansancio de la población que ha desoído los llamados al confinamiento –basta ver los bares y corredores gastronómicos abarrotados el fin de semana– y que hoy nos tiene en el límite máximo de la incidencia de casos.
Romper con el sector empresarial y que la población ignore el Botón de Emergencia denotaría una pérdida de control y de mando del Ejecutivo estatal que podría sumirnos en otra crisis además de la sanitaria y económica: la política. Y para muestra, un botón.