Beneficios y sacrificios
Hace poco conduje una Audi Q5 blindada y la sensación de seguridad que nos otorga, más en un momento de violencia tal en el país que las autoridades parecen tener poca capacidad de controlar, resulta tan tranquilizante, que uno comienza a cuestionarse si valdría la pena hacer el esfuerzo para andar en una. Sin embargo, una las ventajas de un trabajo como el mío es la posibilidad de ver y sentir las ventajas y las desventajas de los autos que pruebo y lo que viví al mando de la Q5 blindada, me hizo pensar en que con los autos -como en casi todo en la vida, de hecho- al suplir una necesidad se generan otras.
Un auto blindado sí nos hace sentirnos más seguros. Casi casi dan ganas que alguien intente algo solo para frustrarlos, por más tonto que sea ese pensamiento. Pero hay muchos puntos negativos y no me refiero a la Q5 sino a los blindados de manera general. La primera es el peso. Los kilogramos de peso extra implican un mayor consumo, una menor agilidad de manejo, un desgaste más prematuro de sistemas como frenos y amortiguadores, pese a que sí están adaptados para ello. Abrir una puerta equivale a levantar pesas en un gimnasio. Abrir y principalmente cerrar la tapa de la cajuela es tarea imposible para alguien de baja estatura y musculatura poco desarrollada, como mi esposa, por ejemplo. La velocidad de apertura y cierre de la ventana del conductor es mucho menor a la de una ventana normal y esto implica en que abrirla debe ser una tarea muy bien pensada de parte de sus ocupantes, porque en ese momento la vulnerabilidad del auto es muy alta.
Precios ocultos
No es solo al comprar un blindado que hacemos sacrificios. Cuando te haces un deportivo como un Porsche 911 GT3, por ejemplo, que también probé no hace mucho, quiere que decir que solo vas a llevar una persona, casi ningún equipaje en su cajuela de 120 litros, que sufrirás los brincos en el camino debido a la rigidez de la suspensión y por más entusiasta que seas, en un determinado momento el ruido del motor puede empezar a molestarte. Tal vez por eso cuesta 2.5 millones de pesos, para estar seguros de que el que lo compre tiene otros autos en casa y solo lo usará como un muy divertido juguete, no como vehículo de transporte para todos los días.
El que tiene un sedán puede llevar a toda la familia y una buena cantidad de equipaje en su cajuela, pero cuando necesite transportar a algo mayor envidiará al vecino que puede llevar sus bicicletas en su más compacto hatchback.
Quien compra una tan de moda SUV, estará feliz de conducir a mayor altura, pero sacrificará la cartera no solo al pagar más por una de ellas, también al desembolsar más por gasolina, por el seguro y hasta en el auto lavado.
El que le encanta andar en una inmensa e imponente Lobo se sentirá soñado ante las miradas de respeto de los demás, pero ese placer desaparecerá en el momento de buscar un lugar en el estacionamiento o de pagar la cuenta en la gasolinera.
Por todo esto resulta tan importante comprar el auto correcto. Y el mejor auto no es el que tiene la pantalla más grande, el motor más potente, el estéreo con sonido más claro o el techo de cristal más amplio. El auto adecuado es el que satisface la mayor cantidad de necesidades, exigiendo el menor número de sacrificios posible, incluyendo el sacrificio financiero.