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“Bejaranos” del mundo

El desmantelamiento de la red Tiburón, los rumanos que clonaban tarjetas en México y en la que estaban involucrados desde ex gobernadores de Quintana Roo (González Canto y Borge), diputados locales de todos los partidos (PRI, Verde, Morena) y hasta el señor de las ligas, René Bejarano, deja en claro dos cosas: primero, que la colaboración con las agencias internacionales, en este caso las estadounidenses, es fundamental para el combate al crimen organizado; segundo, y más importante, que detrás de toda banda criminal hay protección política.

La detención y posterior liberación del general Cienfuegos tensionó la relación con las agencias de investigación estadounidenses, particularmente con la DEA. Hubo gran revuelo en torno a si su actuación era o no la autorizada en México y si había que regularla. Sabemos de sobra que hay una hipocresía básica del gobierno mexicano, no del actual sino histórica, al menos mediados del siglo pasado para acá, en la relación con las agencias de inteligencia del país vecino. Su presencia y actuación es mucho mayor a la oficialmente reconocida. Como sea, detrás los grandes golpes del gobierno mexicano contra el crimen organizado, desde la detención de capos hasta la captura de redes, está invariablemente la colaboración con estas agencias.

Mientras la lucha contra el crimen se limite a capturar las “cabezas”, la medusa se regenerará bifurcándose. El combate está en la estructura política  

Pero lo más destacable del golpe de Cancún es que por primera vez se devela con toda claridad la red de protección política y eso sí hace diferencia. Mientras la lucha contra el crimen se limite a capturar las “cabezas” de los cárteles, la medusa se regenerará bifurcándose. El verdadero combate al crimen organizado está en la estructura política que lo soporta y que va más allá de partidos, filias o fobias. El nombre de René Bejarano sorprende en la lista por lo conocido del personaje y por la función que tuvo recolectando dinero sucio en la campaña de López Obrador en 2006, pero “bejaranos” hay en todos los partidos.

Las elecciones suelen ser el vínculo inicial del crimen organizado con el gobierno futuro; todos los partidos lo saben y todos tienen cola que les pisen. Esa es la hipocresía fundante. Los partidos, a través de la legislación electoral, han puesto en manos del INE, antes del IFE, la tarea fiscalizar y perseguir las trampas que ellos mismos hacen. En lugar de darles todas las atribuciones necesarias y usar las instituciones del Estado (como el SAT o la misma Unidad de Inteligencia Financiera) para perseguir el delito electoral, le amarran las manos al árbitro y por si fuera poco se aseguran de que siempre exista alguna contradicción de leyes que les permita ganar en el Tribunal.

Si queremos no sólo limpiar un poco la política sino combatir de verdad al crimen organizado, no hay que ir sólo por los capos sino por los “bejaranos” del mundo.

diego.petersen@informador.com.mx

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