Ideas

Beatriz Gutiérrez, la cama en paz

Este gobierno lleva poco más de tres meses y en pocas cosas se había visto tanto la mano de la esposa de López Obrador como en la recientemente ventilada carta que la presidencia envió tanto al reino de España como al Vaticano requiriéndoles se disculparan – no por la conquista – sino por los crímenes que en ella se cometieron.

El País daba cuenta de que “En la redacción del texto, que según las fuentes mexicanas hace referencia a la reparación hacia los judíos sefardíes y a la experiencia española de memoria histórica, ha tenido una participación activa Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de López Obrador, a quien el presidente nombró coordinadora del Consejo Asesor Honorario de la iniciativa de Memoria Histórica y Cultural de México”.

¿Qué significa todo esto? Sencillo, que doña Beatriz tiene sus intereses culturales e históricos y que, a fin de tenerla contenta, en lugar de permitirle tener sus reuniones del Club del Libro en algún cuarto de Palacio Nacional – con hamaca o sin hamaca – se le creó un Consejo ad hoc para que lo presidiera y determinara en qué pleititos quisiera meter al país.

Además, queda claro que existe un ánimo manifiesto de que quedara constancia que fue Beatriz Gutiérrez quien le echó tinta al asunto, puesto que fue el propio gobierno quien filtró que se había enviado la carta y quien señaló la participación de la señora, es decir, quien quería que se supiera de su autoría.

Es relevante esto puesto que la propia señora Gutiérrez ha insistido que ella no es primera dama de nada, lo cual es entendible pues era un absurdo que se les obligara solamente por ser esposa de alguien que gana la presidencia. Pero, no sé usted, tal parece que todo este tiempo tuvimos a una Alfonso Reyes en la sombra – cuyos libros nadie leía, cuyos trabajos nadie citaba, cuyas conferencias estaban más solas que la una – y de repente, ante la inminencia del triunfo del señor López Obrador que nos enteramos que los trabajos académicos y literarios de la señora Gutiérrez eran tan pero tan trascendentes.

En días pasados me tocó ver que impartiría una conferencia en el ITESO, en auditorio grande. Yo llevo aproximadamente 10 años en esa universidad y créame que honestamente no tengo memoria de alguna participación de dicha señora en ninguna actividad académica que pudiera juntar a más de cinco personas, y de pronto, haciéndose la luz, se ha desvelado como el faro cultural de este país.

No digo que sea tonta, ignorante ni nada por el estilo, no dudo en absoluto que la señora tenga credenciales académicas, que tenga sus libros publicados – interesante resulta ver que la mayoría de ellos sin ser libros de historia propiamente está vinculado de forma directa o indirecta con algún episodio nacional – pero a esto hay que preguntarse ¿de verdad es la historiadora non plus ultra del país como para encomendarle algo que pudiera afectar las relaciones internacionales de México con uno de sus principales socios? ¿no había de plano nadie más? Y si los hubo ¿por qué filtrar únicamente que ella tuvo una participación tan activa y no los demás?

Lo que es, es que nos espera un sexenio con una no–primera dama desesperada por que el país se entere de que al lado de presidente tenemos a una verdadera lumbrera y que no está dispuesta simplemente a continuar con sus válidas aspiraciones académicas, sino que todas estas grandes ideas se deberán plasmar en acciones gubernamentales.

No tenemos que extrañarnos, ya hemos tenido en el pasado a mujeres no electas deseosas de atención – distinta atención claro – solo tenemos que recordar a Martita Sahagún; como sea, se vienen muchas cosas similares puesto que hay que tener la cama en paz.

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