Ideas

Banquetas libres para invadir

No dudo que los tacos callejeros de Chapultepec y Pedro Moreno sean buenos. La decena de sillas metálicas en fila, montadas prácticamente encima de un Punto Limpio sobre la acera, es una imagen elocuente de que ahí hay sabor.

Lo mismo diría de los tacos de barbacoa en Marsella, entre La Paz y López Cotilla, en donde las clásicas mesas de Coca-Cola sobre la banqueta (cuatro en total) siempre están llenas. Cuando un inoportuno peatón molesta con su paso al comensal banquetero en pleno almuerzo, el aroma a taco dorado, clavo y tomillo perfuma su paso. 

Finalmente, los tacos de Chapultepec y La Paz son quizá los más cumplidores de la zona: trabajan día y noche. Sin duda son una institución porque sus nueve mesas con sillas para 24 comensales montadas sobre la banqueta ofrecen siempre un espacio disponible (más que un restaurante promedio). 

Animado por la duda al ver la prosperidad de estos negocios en el espacio público, pregunté al Ayuntamiento tapatío el número de puestos semifijos con licencia para operar sobre la banqueta. 

Rolando Cruz, director de Tianguis y Comercio en Espacios Abiertos, me respondió que ninguno. De hecho, el funcionario citó el artículo 103 del reglamento de Giros Comerciales en donde se remarca que este tipo de puesto o estructura “no deberá entorpecer el tránsito ni obstruir la visibilidad del arroyo vial, la vista o luz de las fincas inmediatas, el paso peatonal, no invadir áreas verdes, banquetas, glorietas, camellones”...

La invasión del espacio público es un problema añejo con soluciones temporales. En Guadalajara, según registros periodísticos, hay alrededor de seis mil puestos semifijos, la mayoría sin permiso para operar. Por eso imágenes como las que describo más arriba se replican en los cuatro puntos cardinales de la ciudad. 

Hace seis años, los nuevos alcaldes emecistas como Enrique Alfaro en Guadalajara y Pablo Lemus en Zapopan hicieron del rescate del espacio público su emblema con el programa Banquetas Libres. Incluso en Zapopan, Lemus emprendió una contundente campaña contra vecinos que invadían la banqueta con sus canceles o se apropiaban de las áreas de servidumbre. Banquetas Libres se convirtió en una buena política pública, pero pasó como una moda. 

Lo contradictorio es que estamos llenos de normas y programas que defienden el espacio público. Banquetas Libres, el reglamento de Policía y Buen Gobierno que sanciona a quien obstruye la vía pública, el reglamento de Giros Comerciales… 

No es un problema exclusivo de una colonia sino parte de una cultura en donde el espacio público es del que llega primero. Cuando te apropias de una esquina con nueve mesas y 24 sillas sobre la banqueta, sin que la autoridad te diga nada, significa que se ha llegado muy lejos en un acuerdo tácito de incivilidad (o extra legal y corrupto) por muy sabrosos que estén los tacos. 

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