¿BYD puede amenazar el T-MEC?
En Shanghái, la ciudad china más poblada, se encuentra un centro de convenciones y exposiciones llamado Grand Halls, justo en el Bund, un distrito cultural importante y muy concurrido. Desde hace algunos meses, si los chinos quieren estacionar uno de los autos de una de sus marcas favoritas, Tesla, no puede hacerlo ahí. Es más, ni siquiera pueden ir con un Tesla a dejar o recoger a alguien. El Grand Halls es operado por el gobierno chino y Tesla, para ellos, es una amenaza, porque podría mandar información de lo que ve a su alrededor a un país que, si no es precisamente enemigo, es todo menos aliado: Estados Unidos.
También por esto la administración de Joe Biden ordenó una investigación sobre la amenaza que representan para la seguridad nacional los autos hechos en China, principalmente los eléctricos, con su tecnología de máxima conectividad. Esa posible amenaza preocupa tanto que hay iniciativas de tasar con hasta 125% los vehículos chinos; incluso, si fueran construidos en países con los que Estados Unidos tienen acuerdo comercial vigente, como México y Canadá.
Los autos son considerados peligrosos porque pueden, en teoría, ser monitoreados y controlados remotamente. Los Tesla, por ejemplo, tienen una tecnología que se llama “Modo Centinela” que a través de sus cámaras pueden mostrar a sus dueños si algo o alguien está cerca o se acerca a sus vehículos, dando a los dueños la capacidad de prender la alarma, tocar el claxon e incluso mandar mensajes de voz a través de bocinas en el vehículo.
Un Tesla estacionado en un edificio público es una cámara que dice al enemigo quién está ahí. Por esto hay prohibición a la libre circulación de esos autos en algunas ciudades chinas como Chengdú o Chongqing, donde los que manejan esos autos son prohibidos de hacer ciertas rutas simplemente por estar en un Tesla.
Como saben que ese monitoreo es posible, incluso cuando Tesla niega tener control sobre toda la información generada en sus autos, los estadounidenses quieren protegerse y están asustados ante la inminente llegada de BYD a su territorio, cosa que sería mucho más factible una vez que la marca china construya su planta en México, lo que probablemente se hará en Nuevo León, prácticamente vecina de Tesla. Y de Estados Unidos.
Los aranceles pueden no ser suficientes
Hoy en día, hay pocos vehículos chinos en Estados Unidos. Básicamente están el Polestar 2, la Volvo EX30 y la Buick Envista. Muy pronto estará también la Lincoln Nautilus. Si bien estos preocupan, no lo hacen tanto como la presencia en suelo estadounidense de marcas chinas. Debido a esto, el senador republicano y de ultra derecha, Josh Hawley, de Missouri, propone imponer un arancel de 125% sobre autos de marcas chinas, sin importar dónde sean construidos. De ser aprobada esa ley, no sólo sería el mayor arancel impuesto por Estados Unidos, sino que sería una excepción que pondría en riesgo el marco legal del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá.
Ahora imaginemos que BYD decide fabricar el Seagull en México, un auto que cuesta 11 mil dólares. Aún con 125% de arancel, ese auto sería el vehículo eléctrico más barato a la venta en el vecino del norte, un puesto que hoy pertenece al Nissan Leaf, que cuesta poco más de 29 mil dólares, por lo que el arancel terminaría por no ser una barrera suficiente.
Si el tema es realmente sobre seguridad nacional, como piensan Washington y Beijing, hay más a donde mirar que hacia los autos. Celulares, cámaras, micrófonos, televisores, computadoras y otros artículos más circulan de manera más o menos libre en ambos países, controlando nuestros movimientos más allá de lo que la ética permitiría. Pero también está la guerra comercial. China ya es el mayor exportador de autos del mundo y su mercado interno, que superó las 24 millones de unidades en 2023, rebasa con mucho al estadounidense (15 millones el año pasado) principalmente porque nuestros vecinos no se han visto capaces de hacer autos de bajo costo, justo la especialidad de los chinos.
Si la investigación ordenada por Biden determina que los vehículos pueden ser controlados remotamente, como probablemente sí puedan, lo que hay que encontrar es la forma de controlar esa mutua invasión de privacidad, que todos sabemos que ya existe y convivimos con ella simplemente porque no nos queda de otra.
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