Ideas

Asumir, el verbo favorito de Isabel II

Imagine por un momento que tiene el trabajo de sus sueños, piense en que a ninguno de sus hijos interesa porque bueno, son niños. Ahora imagine que en unos años, por gracia divina o por obligación nacional tuviera que hacer, alguno de ellos, el trabajo que usted realiza sin dudar, sin chistar y con tremenda pasión, compromiso, tenacidad y disciplina. No lo sé, en términos humanos no es algo que yo quisiera ni para mí como hija ni para mi propia descendencia. Todavía en el mundo, muy pocas familias, ejercen de esta forma ciertas tradiciones de poder y debe de ser un encargo mucho más complejo y complicado de lo que parece. Pienso que en términos generales a todos nos contaron para dormir cuentos de hadas llenos de príncipes y princesas, reyes y reinas. Soñamos algunas de nosotras con ese amor romántico e idílico tanto así que luego tuvimos que romper el propio cascarón para salvarnos del propio hechizo y construir un castillo a la medida. El sonido de aquellas trompetas que anunciaban la llegada de reyes sigue y seguirá como en tantos inconscientes siendo parte de alguna llegada monumental sea en este o en otro plano, y vimos tanto en la imaginación como en películas de distintos formatos, como se abría la multitud para hacer una caravana a aquel elegido o elegida por Dios. Cuando crecimos estudiamos con mayor o menor precisión sistemas de gobierno, debatimos en clase entre títulos rimbombantes de democracia republicana o semi presidencialista, monarquía parlamentaria o demócrata y otras formas de gobierno que solo de mencionarlas nos asustan, y grandes teóricos, así como grandes dramaturgos, nos han ayudado a entendernos mejor tanto psicológicamente como políticamente. Más o menos todos los aquí lectores hemos sido testigos de cómo ha cambiado el mundo y sus posturas, de cómo aquella concepción de territorio, de pueblo y cultura han ido evolucionando, que conceptos como nacionalismo, patriotismo, territorialidad y orgullo van aun hoy más que nunca tomando posturas tan de avanzada como rancias.

En fin, el mundo definitivamente como lo conocemos hasta hoy no habría sido el que vivimos sin personajes como la Reina Isabel II. En ella y debido al increíble avance tecnológico en los medios de comunicación masiva es que conocimos lo qué hay detrás de una figura histórica en el poder. Más allá de sus mil y un compromisos políticos diarios, de su forma de encarar las crisis mundiales, entre vimos a una madre, una esposa, una suegra, hija y hermana, vimos a una mujer envejecer. Con el paso del tiempo nos fuimos espejando desde lo más humano yendo más allá de lo que aquella amante de los perros encerraba en su espacio más próximo. Fácilmente enlazamos con sus alegrías y aún a la distancia, también pudimos empatizar con el dolor. Quizá esta sea una de las enseñanzas que me dejan este tipo de eventos de los que seguramente marcan una etapa en la historia mundial. El poder de ver en cada uno realmente a la persona más allá del cargo. Sí, habrá tiempo para poner a la historia de la corona, de su gestión en ella, del imperialismo y de la monarquía en su justa dimensión. Imagino -como lo hacía en un inicio- que el verbo favorito (por fuerza) de Isabel II fue asumir y vaya que lo hizo con oficio.

argeliagf@informador.com.mx • @argelinapanyvina
 

Temas

Sigue navegando