Ideas

Así no

En 1995, cuando en México era incipiente la alternancia en el poder, aquí en Jalisco el PAN, que ya había ganado elecciones municipales, se alzó con el triunfo para el Gobierno del Estado, lo recuerdan seguramente, con Alberto Cárdenas Jiménez. En general y pese a cuestiones que se le señalaron después, Cárdenas Jiménez fue un buen gobernador. 

Celebro, por un lado, que acabara con los “pasquineros” que vivían del presupuesto del Estado y desprestigiaban el oficio periodístico. Para quien no conozca el término, eran personajes que publicaban periodiquitos de dos pliegos cuando mucho, tabloides, con información oficial exclusivamente siempre a favor del gobernante en turno y plagados de anuncios del Gobierno estatal. Se distribuían en oficinas de gobierno y ahí quedaba el asunto. Cárdenas Jiménez terminó con eso y fue muy bueno.

Y, por otro (sin que signifique que sea lo único ni que no hubiese asuntos cuestionables), su papel como gestor de recursos y obras para Jalisco. Recuerdo que un priista de Jalisco que estaba en la Secretaría de Desarrollo Social reconocía con todas sus letras al gobernador del Estado porque desde que era alcalde de Ciudad Guzmán, nunca delegó en nadie ir a tocar la puerta de secretarios de diferentes áreas, para conseguir, reitero, recursos y obras para Jalisco. Gestionó, hizo una labor política como debía ser y consiguió no sólo simpatías sino resultados concretos a favor de los jaliscienses aun cuando en la Presidencia de la República estuviera un priista. Que yo sepa, nunca se peleó con nadie.

La estrategia de pelearse o atacar me parece contraproducente por donde se le vea y los afectados son los gobernados. Otro ejemplo: en las conferencias de prensa que los periodistas llamamos “banqueteras” era frecuente que algún colega más que preguntar agrediera con señalamientos al entrevistado, fuera gobernador, alcalde o empresario; y lo que casi siempre sucedía era que el entrevistado optaba por callarse, por contestar con sarcasmo o de plano se iba y a todos los demás nos dejaba con la batería de preguntas.

Algo así está haciendo Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, pero se está equivocando, desde hace tiempo, y se ha señalado y cuestionado, pero él sigue con los altísimos niveles de rijosidad y bravuconería que hasta ahora no han representado más dinero o más obras para Jalisco, ni causas sociales satisfechas.

Cómo quisiera un gobernador que, por la vía del oficio político, del buen oficio político, consiguiera obras y recursos para Jalisco, sin marrullerías ni incongruencias ni cálculos electorales

Le dio resultado cuestionar a Raúl Padilla hace varios años y desde ahí agarró el patrón, pero, lamento decirlo, está agotado. Reconocí en su momento su valentía para exponer lo que eran secretos a voces con respecto al conocido como “cacique” de la Universidad de Guadalajara, el famosísimo “licenciado”, sin embargo, a partir de ahí, se ha peleado con la prensa. Lo hizo como primer edil de Guadalajara y al iniciar como gobernador, entre otros, con esta casa editorial. No hay una crítica, por justificada y sustentada que se haga, que tenga el ánimo de contribuir que Alfaro tome en cuenta. Signos claros de soberbia y desdén por todo lo que no sea lo que él dice o hace o cree o impone.

Le ha echado bronca a Andrés Manuel López desde que ambos eran candidatos y no se diga ahora como Presidente el primero y él como gobernador de Jalisco; pero en el primer encuentro todo son loas y zalamerías, pañuelo en mano. Así consiguió el compromiso de la Línea 4 de Tren Ligero, vamos a ver qué pasa ahora con esa obra luego de las bravuconadas de los últimos días y las amenazas de salirse del pacto fiscal, ¿o del federal? (Que explique y precise, le toca.)

Y no sólo con relación al Presidente actúa así (también están los “sótanos del poder”). Bueno, además de los múltiples ejemplos de rijosidad en el contexto de la pandemia con críticas desinformadas sobre el manejo a nivel federal, específicamente los señalamientos contra el Dr. Hugo López-Gatell, también está la sociedad civil a la que no atiende y desdeña y descalifica en cuanto puede. Esta semana rindió un informe sobre las personas desaparecidas en Jalisco y resulta que se trata de cifras maquilladas. 

Por fortuna, las asociaciones solidarias con esta causa y de familiares y víctimas no lo dejaron pasar y presentaron un contrainforme el jueves pasado. Por supuesto, hasta este momento, el gobernador no ha reaccionado, ni para bien ni para mal, aunque, la verdad, temo que si lo hace será para descalificar a la sociedad civil, es su patrón de conducta, ya muy desgastado y con el que, en realidad, está logrando que cada vez menos gente lo tome en cuenta. Todo es pleito, todos están contra él, todo es maltrato y él es perfecto.

No es la manera. Cómo quisiera un gobernador que, por la vía del oficio político, del buen oficio político, consiguiera obras y recursos para Jalisco, sin marrullerías ni incongruencias ni cálculos electorales, sin echar bronca. Tendría mejores resultados, pero no, prefiere que los destinatarios se cierren o se vayan porque ¿quién quiere estar aguantando agresiones? 

lauracastro05@gmail.com

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