Arrogante, demandante e impreciso
Con el arranque de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles surgen dos hechos que coinciden, primero con un tema que ha convulsionado la atención en el preámbulo de la misma, y segundo con uno de los principales objetivos a tratar en la reunión. El primero, que ante el desaire de López Obrador para asistir, el presidente de Venezuela, Nicolas Maduro, ‘nombró’ simbólicamente al mandatario Argentino, Alberto Fernández, para que “lleve la voz de América Latina a la reunión”, y el segundo, que con el tema migratorio en primer término de la agenda de la discusión, en el sur de México inició su travesía una histórica caravana de alrededor de 15 mil migrantes con destino a la frontera con los Estados Unidos. Coincidencias que complican la situación de México en varios sentidos y ‘truncan’ las ideas aspiracionistas de nuestro mandatario a convertirse en ‘líder continental’.
Después de que el presidente mexicano hace algunas semanas iniciara el movimiento de oponerse a asistir por no invitarse a Cuba, Venezuela y Nicaragua, y cuando se le consideraba como un líder natural en la reunión por la cercanía y relación con Estados Unidos y porque nuestro país es clave en el asunto migratorio, el desaire del presidente mexicano -tarde o temprano- tendrá una repercucion en el vínculo y López Obrador habrá dejado escapar la oportunidad de ‘aparecer’ en el primer plano del continente y ‘enarbolar su bandera’ para aparecer como el luchador social y líder latinoamericano que quiere aparentar.
Sin embargo, lo que Maduro -posiblemente hubiera dicho de López Obrador en caso de que hubiera asistido- tuvo como destino a la investidura del mandatario argentino, de quien dijo: “Agradezco su posición valiente. Los pueblos humildes del continente reconocen su firmeza y suman su voz para cuestionar la política errática imperial que pretende dividir nuestro continente”.
Y en lo que se refiere a la posición que México ha asumido de ‘policía fronterizo’ para Estados Unidos, coincide la apertura de la Cumbre con una de las mayores caravanas de migrantes que inició su recorrido por nuestro territorio, poniéndo a prueba al gobierno mexicano sobre las promesas que hemos ofrecido en el pasado al vecino para impedir que lleguen a la frontera norte.
Y como cereza para el pastel, la manera arrogante, demandante e imprecisa de decir ayer en la mañanera -cuando confirmaba que no asistirá a la Cumbre de Los Ángeles- cuando dijo, “LE MANDÉ DECIR al Presidente Biden que lo voy a visitar en julio. Voy a ir a verlo a la Casa Blanca y QUIERO TRATAR CON ÉL el tema de la integración de toda América…” (?). Primero, hasta donde se sabe y la diplomacia establece, cuando algún mandatario quiere ir a la Casa Blanca se solicita audiencia o por el contrario se recibe una invitación directamente de la oficina Oval. Nunca -según dice el sentido común y la historia- se demanda con un “LE MANDÉ DECIR”. Y respecto a la visita en el mes de Julio, desde hace algunas semanas la vocera de la presidencia estadounidense había establecido que al margen de la asistencia o no de López Obrador a la Cumbre, ya se planeaba una reunión de ambos mandatarios en Washington.
Así que, que ni le mandó decir al presidente Biden que va a ir a Washington, ni va aparecer en la Cumbre como el líder continental que pretende y en cambio sí tendrá que ‘ponerse la cachucha y agarrar la macana’ para lidiar con los migrantes. ¿Usted, qué opina?
daniel.rodriguez@dbhub.net