Aprovechar los rincones urbanos
Un bien altamente revalorado ahora son los entornos abiertos, habitables plenamente, resguardados de pestes e infecciones. El porcentaje de espacios abiertos por habitante debe elevarse hasta los límites de lo posible. Una muy significativa proporción de la ciudad cuenta ahora con entornos consolidados y una muy poca accesibilidad cotidiana a los grandes parques. El punto es contar con espacios verdes en el nivel vecinal e inmediato.
No se requiere más que una experiencia urbana bien desarrollada y sentido común. Y este sentido común puede hacer una lectura cuidadosa de miles de microentornos, y encontrar tantas oportunidades que yacen en espera de ser convertidas en pequeñas rinconadas, en plazuelas, en los llamados “parques de bolsillo”. ¿De dónde saldrían las oportunidades? De la revisión rigurosa de los espacios viales dedicados al tránsito automotor. Y de allí a lo que se puede llamar racionalización del espacio público, ya sea en un contexto específico o sobre un corredor urbano. ¿Cuántos carriles realmente se necesitan en esa vialidad y cuáles son las áreas disponibles? Las banquetas, se verá, pueden ser mucho más amplias, arboladas y satisfactorias, formando pequeñas plazas en donde se puedan sacrificar algunos de los espacios de estacionamiento.
Del mismo modo, aprovechar la existencia de lotes baldíos o de construcciones sin valor alguno para que allí se desarrolle el pie de cría de una red de espacios verdes vecinales. Parte muy importante del proceso será la adopción de la plazuela, rinconada o corredor por parte de los vecinos. Solamente así se podrá garantizar su gestión y limpieza.
De manera complementaria, existe la propuesta del arquitecto Juan Ignacio Ulacia de la formación de “brigadas banqueteras”. La formación por parte del ayuntamiento de, por decir un número, 50 cuadrillas en permanente trabajo sobre los municipios. Realizarían un trabajo inestimable de reparación de los pisos, compostura de desniveles, retirar tocones y sustituirlos por nuevo y adecuado arbolado. Igualmente las cuadrillas serían equipos de arborización intensiva.
Este trabajo, realizado con eficacia y humildad puede devenir en una mucho mejor ciudad a partir de un hecho básico: las banquetas son el mayor patrimonio espacial público.
Uniendo las dos propuestas, estas cuadrillas, integradas además por un buen arquitecto joven, se enfocarían a mejorar la calidad de vida, los espacios verdes, las rinconadas, los ámbitos inmediatos a todos los habitantes.